TENDENCIA URBANA

BCN ordena el 'boom' de ferias y comercio en la vía pública

Ambiente en Merca Hobby, en la plaza de Masadas, en Sant Andreu, ayer.

Ambiente en Merca Hobby, en la plaza de Masadas, en Sant Andreu, ayer.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Se ve, se toca y hasta se huele. La tentación -el producto- está más cerca del consumidor y también la posibilidad de acceder a ese público desde la primera línea de fuego. El comercio no sedentario, en plena vía pública, crece sin tregua en los últimos años en Barcelona, convertido en tendencia desde diversos frentes: desde las ferias especializadas a la gastronomía o la segunda mano. Tanto que el ayuntamiento ha radiografiado el sector con el fin de ordenarlo, evitar la saturación en algunos distritos y fijar elementos que eviten la «depredación» respecto a las tiendas convencionales. El pasado año las iniciativas comerciales a pie de calle (en formato mercadillo, feria o montaje puntual) ascendieron a 315, tras crecer el 16%, sin contar el gran auge de mercadillos en recintos privados, como informó el 25 de enero EL PERIÓDICO.

La causa del incremento de esta oferta efímera en la calle es múltiple. La crisis impulsa a algunos emprendedores a comercializar en mercados o citas de un solo día lo que no pueden ofrecer de forma estable en un comercio (por los costes fijos), y para algunos significa una actividad puntual (incluso un hobby) con la que reforzar el salario de un empleo en otro sector que se ha visto mermado. Pero también son muchos vendedores tradicionales los que pese a contar con una tienda optan por ganar visibilidad saliendo periódicamente a la calle. Más de la mitad de las iniciativas, destacan fuentes municipales, provienen precisamente de este sector, en formato de muestras temáticas.

Mientras que la mayoría de nuevas fórmulas de mercadillos de intercambio, de chollos, de segunda mano, de artículos vintage y de diseño eligen sobre todo espacios privados, organizados por un promotor y que también precisan permiso de actividad al estilo de Palo Alto en Poblenou (por su afluencia y carácter comercial y de pública concurrencia), otros se realizan en plena calle. Esta tendencia ha llevado tanto al área de Comercio como a los distritos a dibujar el plano de la actividad, su tipología y calendario. «Queríamos una visión general de la ciudad para marcar criterios mínimos y planificar mejor la actividad desde los distritos», explica el concejal Raimond Blasi.

VARIADOS

Los montajes no sedentarios se dividen en tradicionales (tipo feria de Reyes en la Gran Via), periódicos (mercados de anticuarios como el de la plaza Comas de Les Corts, de pintores en el Gòtic, o el gran mercadillo de ropa y menaje dominical de la Zona Franca) y puntuales (los que hacen los ejes comerciales, las muestras de los mercados de alimentación, ferias como la de artes plásticas en la plaza de Eivissa). Los primeros, aun siendo menos, crecieron el 29% el año pasado; los segundos, el 9%; y los últimos, el 17%, aunque sumaron la friolera de 196 iniciativas.

Por distritos, Ciutat Vella encajó el récord de 55, y Gràcia, con 17, fue a la cola. Blasi señala que sobre el 40% se concentran en Ciutat Vella, el Eixample y Sant Martí, por lo que el crecimiento de este fenómeno sería compatible con el objetivo de descentralización del turismo. Consolidar la nueva oferta en todos los distritos podría ser una forma de redistribuir los visitantes y también de dar cabida a mercados que se descartan en zonas con excesiva actividad. Un objetivo que también pasa por filtrar la calidad de las propuestas. No todo vale. Según las conclusiones del examen realizado desde el ayuntamiento, hay que primar la singularidad, la especialización y la diferenciación, tanto para atraer a visitantes como no hacer competencia desleal al que resiste todo el año en un local comercial.

UBICACIONES

También se destaca que se debe velar tanto por preservar el comercio centenario, como por ofrecer «la oportunidad de que las nuevas tendencias y hábitos de consumo tengan su espacio». Precisamente para garantizar ese espacio, y organizar mejor la agenda de iniciativas en la ciudad, tratando de no desequilibrar la vía de venta tradicional, Blasi trabaja en la detección de ubicaciones prioritarias para cada distrito. Al igual que la avenida de la Catedral se ha afianzado para montajes tan diversos como la feria de Santa Llúcia o el exitoso Mercat de Mercats, en el distrito de Sant Andreu (del que también es concejal) se ha apostado por puntos como la plaza de la Assemblea Catalana. Cada distrito trabaja en esta delimitación preferente. «Limitando espacios se pone coto a la oferta y se asegura la conciliación vecinal», sostiene el edil, que argumenta que además de dinamizar la venta, el mercadeo de calle genera PIB, ocupación, y puede favorecer al entorno.

Y es que además de crecer en volumen, estas convocatorias son cada vez más plurales cualitativamente. Los mercadillos ya no son para compradores de bajo o medio poder adquisitivo, sino que incluso se han especializado para el público más sibarita (caso de la venta de estocs de marcas de lujo o productos gurmet...). Por no hablar de las ferias temáticas y los mercadillos de tendencias al estilo londinense.

Los criterios de ordenamiento elaborados por el ayuntamiento también priman que los mercadillos y ferias puntuales «complementen la oferta no existente en el ámbito comercial del entorno». Y que se ubiquen en lugares con buena accesibilidad y movilidad, implicándose en el territorio. La reciente celebración de Palo Alto, por ejemplo, salpicó de clientes (más allá de los expositores) a los bares del entorno.