BCN levanta el veto a las carreras de coches tras la muerte del 2012

El entorno de Maria Cristina, ayer, donde se realizará el tramo del Rally Catalunya.

El entorno de Maria Cristina, ayer, donde se realizará el tramo del Rally Catalunya.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Una batalla contra el tiempo, dijo Sebastià Salvadó. El octogenario presidente del Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC) se refería ayer a la frenética negociación que ha permitido que por primera vez Barcelona forme parte del recorrido del Rally Catalunya-Costa Daurada, que este año alcanza su edición número 50. Y es que a la extensa paleta de permisos, licencias y seguros que ha sido menester tramitar, se le ha sumado un corsé político, puesto que el 24 de enero del 2013, el ayuntamiento acordó, tras un desgraciado accidente mortal en una exhibición de coches clásicos, que la capital catalana no albergaría más pruebas de motor hasta que no se redactara un protocolo de control. Ese manual se presentará mañana en la comisión municipal de Seguridad y Movilidad, y es el salvoconducto que permitirá que el mundial de rallys desembarque en Montjuïc el 23 de octubre.

Todo hubiera sido mucho más fácil si el 8 de diciembre del 2012, un Alfa Romeo pilotado por un italiano no se hubiera quedado sin frenos en la bajada del Museu Etnològic, en una curva de 180 grados que no pudo trazar. Tal fue el infortunio, que detrás de la valla que arrolló se encontraba un rumano de 58 años, Vasili, que se golpeó en la cabeza al caer. Moría dos semanas después en el Clínic. Aquel fin de semana se produjo «un cúmulo de fatalidades», admitió el jefe de la Urbana, Evelio Vázquez, en su evaluación de la tragedia. Solo unos meses antes, el gobierno de Xavier Trias había admitido un espectáculo de aceleración en el paseo de Picasso. Cualquiera que pagara 60 euros se podía poner a los mandos de un bólido y superar los 100 km/h. Las imágenes de aquel show vinculado a la pasarela de moda 080 mostraban niños cruzando la pista y nulo control de seguridad.

Voto no vinculante

El protocolo que el primer teniente de alcalde, Joaquim Forn, desgranará mañana acaba con el veto municipal a este tipo de competiciones. En su día, la prohibición, propuesta por el PSC, obtuvo el voto de todos los grupos menos el de CiU, y a pesar de que la mayoría no era vinculante, el gobierno municipal se comprometió a acatar el deseo de la mayoría. Hasta hoy. El manual, al que este diario ha tenido acceso, se ha redactado con la intención de «garantizar los estándares de seguridad imprescindibles», así como «delimitar las zonas susceptibles de acoger estas actividades».

El documento obliga a elaborar planes de seguridad conforme a la normativa de la Federación Internacional de Automovilismo y establece un límite de 110 km/h con una velocidad media máxima de 90 km/h., una condición que según el candidato socialista a la alcaldía, Jaume Collboni, se añadió a petición del PSC. También estipula que las pruebas «de competición quedan circunscritas a las vías de la montaña de Montjuïc», y que cualquier otra «exhibición o promoción solo podrá ser autorizada en avenidas o calles equiparables a la avenida de la Reina Maria Cristina, el Moll de la Fusta o paseo de Gràcia». El protocolo también especifica los equipos médicos mínimos, las características de los muros de seguridad que rodean el circuito y la obligación de disponer de un director de la prueba y dos delegados, uno de seguridad y otro médico.

Paso del tiempo

«Barcelona siempre ha estado vinculada al motor, un mundo que no sería lo que es sin el RACC», detalló ayer la teniente de alcalde de Deportes, Maite Fandos, durante la presentación del tramo urbano del rally catalán. El año pasado ya hubo un acercamiento para intentar que la carrera pasara por la ciudad, pero la muerte de Vasili y sus consecuencias políticas dictaron prudencia y demora. Este año sí habrá inflexión, merced al protocolo que blinda las pruebas automovilísticas. Serán dos vueltas de 1,6 kilómetros cuya seguridad corre a cargo del RACC y de la FIA, poco o nada que ver con los filtros de aquel fatídico 8 de diciembre.

Pero, eso sí, los pilotos del mundial no se andarán con tonterías porque solo quedarán dos pruebas para finalizar el campeonato y un segundo abajo o arriba puede ser determinante. También habrá exhibición de coches clásicos. No será una carrera, pero en aras del espectáculo, que nadie dude de que pisarán a fondo.