MOVILIDAD URBANA
BCN instala al fin las gomas que segregan la bici en la Diagonal
El ayuntamiento coloca también balizas de caucho en todos los cruces
Todos los carriles bici instalados en el presente mandato en Barcelona disponen de la hilera de piezas segregadoras que aportan seguridad al ciclista y evitan la invasión por parte de, sobre todo, motos, taxis y furgonetas. Era un elemento de consenso, porque al menos hasta que la ciudad asuma la cultura ciclista como propia y se pueda empezar a eliminar barreras, su instalación resulta indispensable para que el ciudadano contemple la posibilidad de moverse en bicicleta. Así era hasta que a mediados de este año trascendía que el tramo que se está reformando en la Diagonal no contaría con la tradicional hilera de caucho. La reacción de los usuarios basculó entre la incredulidad y la indignación. Quizás por la cercanía electoral, quizás por ser fieles al modelo, el consistorio cedió a la presión social, expresada a través de la mesa de la bicicleta del Pacto por la Movilidad. Ayer, tras meses de debate, se empezaron a colocar las gomas en Francesc Macià.
Casi el 90% de los ciclistas, según una encuesta del Bicicleta Club de Catalunya, señalan que la segregación física es la única manera de que la capital catalana sea segura para los que van a pedales. Es, seguramente, una cuestión de hábitos, de cultura. En su momento, la revolución del coche expulsó a una bicicleta que había convivido sin problemas con el tranvía. Con la llegada del Bicing, en el 2007, empezó a reivindicar el hueco perdido en la vía pública por culpa de un urbanismo poco amable para la movilidad sostenible. Del mismo modo que el automovilista barcelonés tiene un sexto sentido que le permite adivinar y avanzarse en muchos casos a los movimientos de la moto, veterana en la ciudad, lo ideal sería que unos y otros fueran conscientes de cuáles son las características del medio de transporte que más ha crecido en la última década. Eso requiere pacificar el tráfico y un espacio público menos agresivo, y también acostumbrarse a la bici, respetarla y aceptar que no se volverá a marchar. Sin olvidar la necesidad y la obligación de que los ciclistas cumplan de una vez por todas con las normas mínimas de circulación y convivencia.
En la avenida de la Diagonal se instalará la goma conocida como barra de pan, la menos dañina en caso de caída e impacto. También en el inicio de los cruces se clavarán unas balizas, igualmente de caucho, que servirán como advertencia visual de que lo que está por detrás de ese punto es un coto reservado a ciclistas.
En su momento, el consistorio argumentó su negativa a las piezas por la voluntad de que el lateral de la Diagonal fuera de uso peatonal o incluso comercial algunos fines de semana, lo que conllevaría cortar uno de los ejes ciclistas más importantes de Barcelona. Por una vez, la movilidad le ganó la partida a los responsables municipales de Urbanismo.
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