MEMORIA HISTÓRICA

Barracas en Pedralbes

Recuerdo 8 Impulsores del homenaje a las barracas y exvecinos junto a la placa de la Diagonal, ayer.

Recuerdo 8 Impulsores del homenaje a las barracas y exvecinos junto a la placa de la Diagonal, ayer.

RAMON COMORERA / BARCELONA

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En el mismísimo Pedralbes, junto a la Diagonal de la zona alta, hoy paradigma del más pudiente de los barrios de Barcelona, hubo a mediados del siglo pasado varios núcleos de barracas. Hasta 200 infraviviendas se instalaron entre esa avenida, Manuel Girona y Carles III. El mismo fenómeno de vida precaria al filo de lo imposible del más conocido, y litoral, Camp de la Bota se reprodujo también en el otro extremo de la transversal y noble arteria. El homenaje ciudadano a esos barceloneses que hasta décadas después no recuperaron su dignidad urbana, que no personal pues esta siempre la han conservado, llegó ayer a Les Corts.

La ubicación en plena plaza de la Reina Maria Cristina de una nueva placa y una estructura con información y fotos históricas sobre el fenómeno social y urbano concentró a decenas de personas entre impulsores de ese reconocimiento y exvecinos de edad avanzada de las infraviviendas. Estaban todos quienes desde la plataforma de entidades, activistas e historiadores desarrollan con el apoyo municipal el vasto programa de memoria histórica. Este se inició hace unos meses y seguirá hasta completar todos los enclaves de la capital en los que en los años 50 vivían 100.000 barceloneses en 20.000 construcciones.

En el distrito de Les Corts existieron seis zonas más de barracas de diversa magnitud. Algunas alrededor de donde hoy está el complejo del Camp Nou del Barça, cuya construcción forzó su desalojo. Otras en la Riera Blanca, límite municipal con L'Hospitalet, en la que se agolparon 600, destruidas a menudo por las avenidas de agua.

El desalojo

El núcleo de la Diagonal y de la parroquia de Santa Gemma fue el primero que se eliminó con motivo de un gran acontecimiento ciudadano que requería limpiar, y con las peores maneras, sectores urbanos afectados. El Congreso Eucarístico de 1952 que reunió a 15.000 religiosos de todo el mundo y con el que el primer franquismo intentaba romper el aislamiento de la posguerra, precipitó la deportación de los vecinos de esas barracas demasiado cercanas a la plaza de Pius XII, uno de los centros del evento.

«Los franquistas me avisaron que el mismo día tenía que irme a las viviendas del Gobernador de Verdum, en Nou Barris. Busqué durante toda la jornada a mi marido que trabajaba en los tranvías e hicimos la mudanza con el carro de un gitano», rememoró ayer María Castillo de 85 años. En esas provisionales y deficientes viviendas de 23 metros tuvo que vivir 40 años.

Juan Ortíz, otro de los desalojados en este caso a Can Clos, entre Montjuïc y el paseo de la Zona Franca, recordó «las amenazas y desconsideraciones» que sufrió. «Nos llevaron a un descampado y poco a poco nos enviaron a unos pisos inacabados donde se hacinaron varias familias sin los servicios más elementales», denunció.