Alegaciones al plan de transformación del litoral de BCN

La Barceloneta critica la opacidad de la futura reforma del Port Vell

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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La asociación de vecinos de L'Òstia, la Plataforma de Afectados en Defensa de la Barceloneta, la Coordinadora de Grupos Corales y la Organización de Armadores de Pesca de Catalunya compartieron ayer con la prensa las alegaciones conjuntas que han presentado al anteproyecto de reforma de la marina del Port

Vell. Estas se basan, en primera instancia, en la vulneración del derecho a la información: la empresa gestora de la marina no ha facilitado el proyecto íntegro a los solicitantes pese a la insistencia de estos y, lo más importante, pese a estar en periodo de exposición pública. Alegan también que el proyecto obvia completamente la existencia de un barrio junto al puerto y no presenta ningún estudio del impacto social, ambiental ni sobre la pesca y otras actividades socioeconómicas tradicionales en la Barceloneta.

Los vecinos defienden que, de realizarse el proyecto, se verán expulsados. «No interesa un barrio con uno de los índices de paro y pobreza más altos de Barcelona al lado de una instalación de lujo», asegura Gala Pin, portavoz de la asociación L'Òstia. Y sostiene su afirmación con un gráfico ejemplo: un piso de 60 metros cuadrados en el paseo de Joan de Borbó, al lado de la futura marina, por el que piden, en plena crisis del ladrillo, 740.000 euros.

EL FUTURO DE LA PESCA / Según las alegaciones presentadas por estos colectivos, el anteproyecto no incluye la garantía de continuidad del oficio de la pesca sino que, al contrario, «propone que los servicios afectados por la ejecución del muelle se retiren o desvíen para situarlos en la zona habilitada en la parte posterior». «Este proyecto supone la desaparición de los pescadores de la Barceloneta», aseguró José Antonio Caparrós, pescador.

La representante vecinal del Gòtic, Reme Gómez, por su parte, subrayó los peligros de la masificación turística, y alertó de que sus efectos no son siempre positivos: «Barcelona solo quiere vivir del turismo, y por el camino va dejando muchos cadáveres», concluyó con miedo de que la pesca sea el próximo.