Los surferos del cemento

El artista chileno Martín Pascal 'caza' con el pincel a los patinadores que pululan por la plaza del Macba

OLGA MERINO / BARCELONA

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A eso de las diez de la mañana, la plaza dels Àngels, la que todo el mundo conoce como la plaza del Macba, retoma el pulso vital si es que llega a perderlo del todo en algún punto de la noche. Pasa el camión de las bebidas azucaradas. Aletea la primera bandada de turistas. Aprieta el paso un señor con trazas de funcionario que llega tarde. Llama el cartero a un interfono: “¿Mohamed Lahsen? Traigo un certificado”. Y los vagabundos que suelen reunirse a las puertas del museo abren la primera cerveza del día cuando, por la embocadura de la calle Ferlandina, asoma el artista Martín Pascal Wunderlich (Santiago de Chile, 1985) con la sonrisa puesta y el 'skate' bajo el brazo.

Hace apenas siete meses que llegó a la ciudad, con sus pinceles y el monopatín, y ya está a punto de estrenar una exposición, modesta pero diferente: los retratos de los 'rollers' que pululan por los alrededores del Macba, un aluvión de patinadores venidos de aquí y de allá porque Barcelona se ha convertido, sin haberlo pensado, en la capital europea del 'skateboarding' y mundial después de Los Ángeles. “Yo mismo me bajé del avión y vine derechito para acá —dice el pintor—; todo el mundo conoce este lugar”. Mira por dónde, aquellas plazas duras de los 90 —sin sombra, sin fuentes, sin bancos, sin alma— han acabado por adquirir un porqué.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Pinta retratos","text":"\u00a0de los 'skaters' sobre patines rotos o jubilados"}}Martín pinta al paisanaje rodante sobre la superficie de monopatines desechados o tablas trizadas de tanto topetazo que le regalan los mismos patinadores de la plaza —toma, para que pintes—, y él los transforma en objetos artísticos con trazo expresionista y la viveza del color acrílico. Sus creaciones colgaban aisladas en algunos comercios del Raval alto, pero ahora ha reunido 13 retratos sobre 'skate' para la exposición formal que se inaugura esta tarde, a las seis, en la galería Qasbart (Valldonzella, 25).

AZAÑA Y JOHNNY CASH

Primero les toma la foto y luego los plasma con el pincel. Si se le acaban los modelos entre los patinadores de la plaza, que ya es difícil, busca inspiración en los músicos que le gustan, como Johnny Cash, o en cualquier rostro que le seduzca, como el del presidente de la República Manuel Azaña. Lo ha pintado sobre la superficie esmaltada de un 'skate' porque le agradó su cara —gafas redondas, mejillas flácidas— en cuanto la vio impresa en la cubierta de un libro que le prestaron sus amigos de la librería Sons of Gutenberg.

Martín es un tipo tranquilo que invita a la conversación sin estridencias. En las ruedas de su monopatín, tapizado con lija para que no le resbalen las suelas de las Converse, ha escrito de su puño y letra Los Martínez, porque así se llamaba la banda punk que fundó en Santiago.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Inaugura una muestra","text":"\u00a0de sus tablas en la galer\u00eda Qasbart de la calle Valldonzella"}}

¿Ganarse la vida con el 'skate'? “Has de ser megabueno —dice—, llamar la atención de los promotores y liarte con las marcas de ropa y el márketing”. Martín hace lo que puede; con otro amigo patinador, el norteamericano John S. Hanley, se ha montado una escuela prêt-à-porter, en la misma plaza blanca del museo, para enseñar a chavales de entre 8 y 14 años los rudimentos del monopatín, los primeros cacharrazos (@sk8schoolbarcelona). “No tengo dinero, pero ¿pa’ qué lo quiero? Necesito un mínimo, pero mi camino es el arte”.

FILOSOFÍA SURFERA

Bien mirado, los 'skaters' se parecen bastante a los surferos en su estilo despreocupado, en el carpe diem de mañana ya se verá, en la búsqueda incesante de la ola perfecta o, en su caso, de la superficie más deslizante. Por eso les gusta tanto el Macba, por el pavimento de granito —“es superliso, hermana”—, por las gradas y por el larguísimo bordillo negro, una estructura que ellos llaman "ledge".

En la plaza dels Àngels se han rodado videoclips que han dado la vuelta al globo e incluso, cuenta Martín, existen concursos internacionales cuyo premio es una buena morterada de euros y el billete de avión a Barcelona. Sin embargo, en esta Barcelona centrífuga, los patinadores autóctonos prefieren rodar lejos del centro, en el Fòrum, la plaza de las Tres Xemeneies o la estación de Sants. Lo del Macba, dicen, es puro postureo.