El gozo de la escritura 'vintage'

Parejas de novelistas se enfrentan en duelos de máquinas de escribir en las librerías Malpaso y Nollegiu

fcosculluela37775203 barcelona 22 03 2017 barceloneando duelo de m quinas de escr170324131150

fcosculluela37775203 barcelona 22 03 2017 barceloneando duelo de m quinas de escr170324131150 / periodico

OLGA MERINO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ciertos sonidos arrastran consigo la confortabilidad de las cosas pequeñas y amables, como una siesta en verano a la sombra de las chicharras, cuando había más campo que ladrillo; el silbido de la cafetera de aluminio por la mañana temprano, antes del negocio de las cápsulas; y, por encima de los demás, el tecleo de la máquina de escribir en el tiempo remoto en que el ordenador ni estaba ni se le esperaba. Ah, qué gozoso retumbo el de los tipos sobre el rodillo, sobre todo cuando se cogía velocidad y parecía que la percusión espoleara el pensamiento.

Ese hermoso sonido, el de dos máquinas de escribir mano a mano, una Triumph Corona y una Olivetti, reverberó el miércoles en los techos altísimos de la librería Malpaso (Diputació, 331) para sorpresa mayúscula de los niños —“papa, ¿por qué escriben así?”—, que observaban pasmados cómo dos escritores interpretaban la sonata de un relato en sendos teclados. Se trataba de Álvaro Colomer y Llucia Ramis, enfrentados ambos —es un decir— en un duelo de mecanógrafos, sentados a una mesa arrumbada contra el escaparate.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Redactan cuentos","text":"\u00a0in\u00e9ditos ante la sorpresa de curiosos y paseantes"}}

Los paseantes se detenían a observarlos desde la calle como se mira a los reptiles del terrario, entre la distancia y la fascinación, como si los teclistas hubiesen sido en realidad dos bestias recién llegadas del jurásico. De forma muy oportuna, alguien colocó sus últimas novelas bien visibles en la cristalera, por si acaso: 'Aunque caminen por el valle de la muerte' (Random House) y 'Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes' (Columna). Dos títulos largos que darían para un ejercicio de mecanografía, como aquel de 'The quick brown fox jumps over the lazy dog' (el veloz zorro marrón salta sobre el perro perezoso). Todas las letras del alfabeto inglés en una sola frase.    

Llucia se enfrentaba por primera vez a semejante artilugio,  mientras que Álvaro, quien todavía pilló la mecanografía entre las asignaturas de la EGB, cogía a trechos la carrerilla de un fusil ametrallador. Reminiscencias de la adolescencia analógica, como la cinta que se enrollaba y el chapapote blanco del típex.

          —¡Niñaaaaaaaaaaaaaaaa!

          —¿Qué pasa ahora?

          —Deja de meter ruido, que mañana se madruga.

          Una manta doblada debajo de la Lettera 32 amortiguaba la tricotosa de los deberes.

Estos Duelos de máquinas de escribir comenzaron la semana pasada en la librería Nollegiu (Pons i Subirà, 3) con una lid entre Pablo Martín Sánchez y Jordi Puntí, quien se aplicó a la tarea con solo dos dedos, como buen veterano con mucha mili, puesto que todavía redactó la mitad de los cuentos de 'Pell d’armadillo' en una Olympia Traveller de Luxe, de color verde velocirraptor.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El divertimento pretende","text":"\u00a0tedevolver a los textos la frescura del \"aqu\u00ed y ahora\""}}

La iniciativa fue una ocurrencia a medias de Álvaro Colomer y la periodista cultural Anna Maria Iglesia, gestada como sigue: Anna colgó en Twitter que el escritor Manuel Rivas estaba realizando el mismo experimento en la librería Numax de Santiago de Compostela, Álvaro replicó que debía intentarse algo similar en Barcelona, las librerías se animaron y así, en un pispás, estuvo montado. Un divertimento simpático para devolver el “aquí y ahora” a la escritura, para liberarla del yugo de la reproducción infinita.

Aún quedan otros dos miércoles de duelos: el próximo 29 de marzo en la Nollegiu, donde se pelearán Marina Espasa y Jordi Nopca, y el 5 de abril, de nuevo en la Malpaso, con Toni Hill y Juan Vico ante un teclado que no admite borraduras. Como en las anteriores ediciones, los escritores dispondrán de dos horas para mecanografiar un relato inédito, del que se harán 25 copias para que las librerías las regalen a sus lectores.

Bienvenido sea el reto porque… ¿Habrá algo más literario que la máquina de escribir y batirse en duelo? Dos grandes poetas rusos, Aleksandr Pushkin y Mijaíl Lérmontov, murieron en lances con pistola, mientras que a otro compatriota suyo, León Tolstói, era su esposa, Sophia, quien le pasaba a máquina los manuscritos, el de 'Guerra y paz' nada menos que siete veces. Aunque el matrimonio se llevaba a la greña, a eso se le llama amor: 1.174 páginas, de principio a fin, tac, tac, tactac, tac, tactactac. Siete veces.