Abre el candado y lárgate

El ingeniero Oliver González cataloga en su blog los 'escape room' que visita, un fenómeno de ocio en alza

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OLGA MERINO / BARCELONA

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Se han puesto tan de moda que su crecimiento está siendo exponencial y aparecen como setas, como los resfriados en octubre. Si en el 2012 solo existía una sala en el barrio de Sants, llamada Parapark, hoy ya superan el centenar en Barcelona y área metropolitana. Hablamos de los 'escape rooms' o habitaciones de donde huir, en traducción pedestre.

El planteamiento es siempre el mismo: los jugadores se encierran en un recinto del que deben conseguir escapar dentro de un límite de tiempo determinado —generalmente 60 minutos— mediante la búsqueda de pistas y la resolución de enigmas con el fin de obtener las llaves o los códigos que abren el candado para acceder al siguiente cubículo. Varían la línea argumental y el decorado. Puede ser un despacho de estilo victoriano donde un notario lee el testamento a los legatarios del finado. O las catacumbas del faraón, en plan Indiana Jones. O la casa del terror. O un vagón de tren. La cuestión es salir de allí, a ser posible con más celeridad que el conde de Montecristo, y habiendo descubierto la historia que se ha cocido entre los muros.

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Aunque el patrón es idéntico, la resolución engancha tanto que hasta se organizan quedadas anónimas por internet y despedidas de solteras en los 'escape rooms' (una opción más elegante que el desfile de diademas con antenas rematadas por penes de plástico). ¿Dónde reside su poder adictivo? La respuesta la tiene muy meditada Oliver González Cortés (Barcelona, 1983), ingeniero de telecomunicaciones y creador de un blog estupendo con casi 40.000 visitas (escaperoomfanatic.blogspot.com.es). Oliver explica la seducción de los juegos de escape según el concepto de 'flow' (fluir), que se parece bastante al “be water, my friend” de Bruce Lee. Un concepto desarrollado en el ensayo homónimo por el psicólogo húngaro de apellido impronunciable Mihaly Csikszentmihalyi.

FLUJO DE CONCIENCIA

A saber. El flujo de conciencia es un estadio que comparten, por ejemplo, el cirujano en una operación a vida o muerte, el delantero que chuta a puerta o la bailarina a punto de acometer la pirueta mágica del espectáculo. Sometidos a una presión brutal, los ejecutantes consiguen que las coordenadas de tiempo y espacio desaparezcan abstrayéndose de cuanto les rodea mediante un grado de concentración absoluta llamado “fluir”. ¿Y qué tiene que ver esto con los juegos de escape? Pues que cuando esa inmersión mental para enfrentarse a un reto se culmina con éxito, dice Oliver, el individuo alcanza un estado de satisfacción desmedida donde, según el científico de marras, reside la esencia de la felicidad.

Si la resolución es en grupo, el júbilo compartido se triplica. Y por ello es fundamental que el enigma a resolver motive, tenga narrativa, una historia detrás. Oliver es tan fanático de estos entretenimientos que él y su grupo de amigos —cuatro telecos y una profesora— ya han probado 50 salas diferentes, y durante sus vacaciones de verano en Escocia no solo de deleitó con el verdor de las 'highlands', sino que también quiso probar una 'escape room'.

Su blog tiene el acierto de no poner nota, sino simplemente catalogar cuantos recintos visita, desde los de estar por casa, hasta los más sofisticados, con láser, circuitos eléctricos, efectos de sonido y actores. En este sentido, una de sus favoritos en Barcelona por su sofisticación es Claustrophobia (Girona, 27), donde el usuario puede elegir entre adentrarse en una mazmorra medieval o bien en un tugurio mafioso durante la ley seca. Llevan la sala los rusos Vsévolod Tumáshev y Polina Génkina, quienes comparten la peculiaridad de disfrutar con el disfrute del público.

Oliver González alberga el sueño de montar su propio 'escape room' ambientado en un mundo de ciencia ficción apocalíptica, un reto del que a buen seguro saldrá airoso si se pone a ello y le salen los euros.