La masturbación de Atum

El experto Marc Orriols imparte en el Museu Egipci un curso sobre el sexo en el antiguo Egipto

EGIPTO

EGIPTO / periodico

MAURICIO BERNAL

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Primero fue Atum, el dios creador, surgido de las aguas primigenias: puesto que era el primero entre todos y por lo tanto estaba solo, para crear descendencia echó mano de la masturbación. De su eyaculación salieron dos divinidades, dos hermanos gemelos: Xu, el dios del aire, y Tefnut, la diosa de la humedad. “¡Es fantástico, imaginadlo, es una divinidad que crea el mundo masturbándose!”, exclama Marc Orriols en un aula del Museu Egipci, el pasado lunes, mientras la audiencia lo mira con arrobo. “Cosmogónicamente, lo que crea Atum es la división sexual -explica-: Atum evidentemente es andrógino y da lugar a la primera pareja divina oficial”. El mundo, según este mito fundacional egipcio, empieza con una paja, existe porque alguien practicó el onanismo. No está mal. La historia con pelos y señales la cuenta Orriols en la primera de las cuatro sesiones que conforman el curso 'La sexualidad en el antiguo Egipto', diseñado para repasar un tema más bien inexplorado; el sexo, los egipcios. Los asistentes pueden considerarse afortunados: Orriols obtuvo el título de doctor en Egiptología con una tesis de 900 páginas al respecto, y es considerado la principal autoridad en el tema.

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Esta tarde tiene lugar la sesión introductoria, que incluye el ilustrador repaso de un fenómeno de cara triste y reverso hilarante: la censura del sexo egipcio. Orriols explica que la egiptología como tal nació durante el periodo victoriano, “la época de mayor represión sexual de la historia según Foucault”, que muchos egiptólogos de la época eran gente conservadora y que los hallazgos, así como los estudios de que eran objeto, padecían las consecuencias. Una de sus víctimas fue el dios Amon-Min -el itifálico Amon-Min-, capado sin piedad con ayuda de la pica en cuanta obra aparecía con su mayúsculo pene erecto. En general, explica Orriols, “hay muchísimos falos repicados por todo Egipto”. Piezas manipuladas, autofelaciones censuradas, cartelas que los museos ponían encima del contenido incómodo… Una de sus historias favoritas es la que habla de la trayectoria -melancólica, en cierto modo- del Papiro de Turín -el conocido popularmente como Papiro Erótico de Turín-, un pergamino que representa 12 escenas sexuales satíricas que permaneció escondido durante 150 años en el Museo Egipcio de la ciudad italiana. “Ni lo exhibieron ni publicaron nunca nada sobre su existencia”, dice.

SODOMÍA EN COMBATE

“Hasta los años 70 permaneció en los almacenes del museo, pero lo más curioso es que cuando finalmente lo exhibieron se las arreglaron para seguirlo escondiendo. Resulta que el papiro tiene una cara B donde hay unos dibujos inocentes de animales, y alguien debió de pensar que los niños que visitaban el museo no tenía necesidad de ver la imagen de un hombre sodomizando a una mujer en un carro de combate, así que lo exhibieron por ese lado”. El único especialista mundial en el sexo de los antiguos egipcios tiene por supuesto en gran estima el papiro erótico, que es una pieza inigualable, y parece respirar aliviado al contar que alguien finalmente entró en razón y desde entonces está expuesto como corresponde.

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No tienen por qué saberlo sus alumnos, pero Orriols tiene una relación de vieja data con el museo. Pasó de niño por encima del anhelo universal de querer ser bombero o astronauta y a los 16 años ya sabía con certeza que quería ser lo que fue después, es decir egiptólogo. Fue uno de los primeros visitantes que pisó el museo de la calle de Valencia -al principio en la Rambla de Catalunya- el día de su apertura, en marzo del 94, porque para entonces llevaba años dedicado al tema. “Todo comenzó con un trabajo en el colegio”, recuerda. Entonces tenía 12 años. Más adelante estudió la carrera y luego hizo el máster y luego el doctorado, en eso, el sexo de los antiguos egipcios, y por eso puede hablar con propiedad de asuntos como que los egipcios copulaban para ir al más allá…

…En cierto modo. Una de las piezas impresionantes del museo, un relieve en piedra que en su día formó parte de una cámara sepulcral, muestra la imagen de una momia tendida sobre un lecho funerario. A la cabeza y a los pies del muerto están las diosas Isis y Neftis, y encima del difunto está su espíritu, el ba, volando por encima del cadáver. “Está copulando con su ba”, dice Orriols. Y luego explica: “Es el símil de la cópula entre Isis y Osiris que todo difunto debe llevar a cabo para ir al más allá”.

Y así iban al cielo los egipcios.