Famosos que pasaron por aquí

Años de fotografías a celebridades adornan las paredes de bares y restaurantes de la ciudad

Una escalera forrada de fotos de famosos en el restaurante Salamanca, en la Barceloneta, ayer.

Una escalera forrada de fotos de famosos en el restaurante Salamanca, en la Barceloneta, ayer.

MAURICIO BERNAL

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Hubo un tiempo, al principio, en que al Rincón del Artista no entraba nadie. El empresario Jaime Alba había adquirido el local en el cruce de Nou de la Rambla y Paral.lel con la seguridad de que una suerte de feliz ósmosis arrastraría a la gente a este cruce inmejorable, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba algo más que una espléndida ubicación: necesitaba una estrategia. El plan que puso en marcha fue un modelo de aprovechamiento de los recursos próximos. Alba se dedicó a invitar a los artistas que trabajaban o estaban de paso por los teatros del barrio, de modo que al final de la función todos iban a comer donde Jaime, y el local de un día para otro se llenó de risas y de algarabía y de vida. La gente pasaba por el frente y veía desorden y tenía ganas de entrar, y entraba. Fue un local esculpido a punta de celebridades. Que acabara por crear el muro de la fama que algunos tienen por el mejor de la ciudad parecía o bien una obviedad o bien una cuestión de tiempo. O ambas cosas.

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«Cada famoso que venía, me hacía una foto con él», dice. Iban muchos. Alba siempre ha tenido por máxima que la celebridad nunca paga («hombre, es obvio»), y ese principio supuso una forma de garantía a la hora de alimentar el álbum fotográfico. «Los invitas a todo y ellos están encantados, ¿cómo no se van a hacer la foto?» Trece años de fotografías en este enclave estratégico han nutrido un ecléctico muro, una especie de elegía fotográfica de la fama: Jaime Alba con Falete, Jaime Alba con Gabino Diego, Jaime Alba con Alaska; con Pablo Carbonell, con Rosario, con Los Morancos, con Peret, con La Terremoto de Alcorcón. Básicamente artistas, pero también políticos (Jaime Alba con José Montilla), gente de los medios (Jaime Alba con Andreu Buenafuente), deportistas (Jaime Alba con Jorge Lorenzo). El local está forrado de fotos hasta el sótano. Hay cientos de ellas. Muchas están en el cajón porque no caben más.

POSADERAS INSIGNES

El muro de la fama es un reclamo. Pregona que el lugar lo visitan famosos y promete un asiento cuya madera guarda el recuerdo de unas posaderas insignes. En Barcelona se cuentan por decenas. Su construcción se lleva a cabo según el principio de que en la foto sale siempre el dueño: sonriente, ufano, abrazado a la celebridad de turno. El Salamanca, otro local con formidable muro, no es la excepción: las imágenes de Silvestre Sánchez con famosos son, no parte de la decoración: en la marisquería de la Barceloneta, son la decoración. «Esto empezó hará unos 40 años, con una foto de un jugador del Barça. Creo que era Goikoetxea». Las fotos las enmarca siempre el mismo carpintero (siempre el mismo marco) y los cuadritos desbordan las paredes del restaurante principal, del Salamanca 2 y del comedor privado anexo. Cientos y cientos de fotos de Silvestre Sánchez con celebridades: con Shakira, con Messi, con Aznar, con Maragall, con El Juli, con Fabio Capelo, con Rivaldo y con Ronaldo (el brasileño). Con un joven Artur Mas. Con políticos nacionalistas, con políticos de izquierdas, con políticos de derechas. Futbolistas y basquetbolistas. Tenistas. Toreros.

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Políticos: precisamente lo que procura no exhibir Javier Gorría, propietario del restaurante que lleva su apellido en la calle de la Diputació. Por pudor. Porque la política… Puf. «La única foto de político que tengo es esta de Pujol condecorando a mi padre, por mi padre, no por Pujol, y la gente viene y me dicen que la quite». O una de Figo, perdida en un mar de fotos con futbolistas: que la quite también. El muro de los famosos del Gorría rebosa de deportistas, artistas y políticos, pero su toque distintivo es el apartado dedicado a los internacionales: Javier Gorría con Woody Allen, Javier Gorría con Francis Ford Coppola,F Javier Gorría con Harrison Ford. «En la foto tiene que haber 'feeling' -dice el dueño-. Por eso yo me espero hasta la segunda o la tercera vez que vienen, cuando ya hay confianza, cuando ya se ha creado un vínculo. Salvo con los famosos internacionales, precisamente, porque esos vienen una vez y quién sabe si alguna vez regresen». El muro que empezó su padre poco después de fundar el restaurante y que el hijo ha seguido alimentando con disciplina tiene un sentido específico para los dueños: es la proclamación de que aquí las cosas se han hecho bien. Nadie baja al comedor sin echar un vistazo a ver qué portento de las artes o el deporte pisó una vez el lugar.

El muro atípico también existe: se encuentra en Los Asadores, la parrilla argentina de Príncep d'Astúries. El rastro del paso de los famosos aquí no se cuenta en imágenes, sino en mensajes que la dueña al final de la comida ha pedido a la celebridad de turno que escriba en una hoja estándar, y que luego, enmarcado, va a parar a la pared. Permite sabe que en el lejano año de 1992 Guardiola pasó por aquí.