La lotería navideña, ilusión y angustia

El Gordo, un premio con el que muchos sueñan pese a que hay una posibilidad entre 100.000 de que te toque, ha caído 40 veces en Barcelona

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TONI SUST / BARCELONA

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Faltan días para el sorteo de la lotería de Navidad, juego que proclama el triunfo de la esperanza sobre la estadística: los expertos calculan que la probabilidad de que no te toque nada es del 86%, la de que ganes algo, de un 5%, y la de que recuperes lo jugado en algún décimo o participación, de un 9%. Pero si hablamos del Gordo, que es en lo que todos piensan cuando empiezan a comprar números, todavía con el calor del verano, las opciones de que un décimo sea premiado son remotas: un 0,001%, una posibilidad entre 100.000.

A menos de que seas un narco o un corrupto. A José Antonio Roca, exasesor del Ayuntamiento de Marbella, le ‘tocaron’ tantos premios que logró un récord histórico: contaba con una posibilidad entre 43 cuatrillones de atesorar la suerte que tuvo.

El Gordo ha tocado 40 veces en Barcelona en toda su historia. Es la segunda ciudad en el ránking, por detrás de Madrid (76) y seguida de muy lejos por Sevilla (15) y Valencia (12). No es que Madrid nos robe, es que vende más.

Los sentimientos que estimula la lotería navideña son variopintos, algo extremos: la ilusión de una nueva vida, la angustia por que le toque a tu entorno y no a ti -lo que obliga a blindarse en el trabajo, el mercado, la panadería-  y el desasosiego que meses de décimos y participaciones

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pueden generan en los ludópatas. Sobre esto se pronuncia Susana Jiménez, coordinadora de la Unidad de juego patológico del Hospital de Bellvitge, que explica que las loterías, en general, no son el peor problema de este colectivo, por carecer de un componente de inmediatez, como las máquinas tragaperras, por ejemplo.

Del total de personas que han acudido a la unidad este año, un 23,4% contaban entre sus problemas de ludopatía con la lotería. En un 8% de los casos, era el problema principal. De este último grupo se puede extraer un perfil: la persona que acude a la unidad por un problema con la lotería es un hombre de 47 años, que empezó a jugar a los 31 y que pasa por un proceso de siete años hasta tener ese problema. Debe unos 8.400 euros por esa adicción y sufre aislamiento.

EN LA COLA DE LA LOTERÍA VALDÉS

En puridad, nadie parece tan poco listo como para plantearse como un hecho probable que el 22 de diciembre podrá dejar el trabajo y veranear en Barbados, o ayudar a paliar el hambre con donaciones (las ensoñaciones previas dan para todo). Pero a muchos les pasa como a Joan, fotógrafo. En el diario en el que trabaja ya no quedan décimos del número que juegan los empleados. No había pasado antes. Nunca tan rápido.

“Yo no juego para ganar, juego por si toca y soy el único que no lleva”, se explica, antes de preguntar: “¿Tú tienes algún décimo?”. En su oficina, la gente que no ha logrado un número mira de reojo a la que lo tiene. El primer colectivo lleva la pena en la cara. El segundo camina algo avergonzado, como si la suerte le hubiera sonreído ya.

El pasado jueves, 11 de la mañana en la cola de la Lotería Valdés, en la Rambla. Una encuesta de tres personas: el primero se niega a contestar y huye mosqueado. El segundo es Jaume, 67 años. Hace décadas que juega, un décimo cada año, dice. ¿Por qué juega? “Porque toca jugar”. ¿Le ha tocado alguna vez? “Nunca”. La tercera, Mercè, 78 años. Lleva 15 yendo a comprar lotería, antes lo hacía su marido. “No me ha tocado nunca. Como cambio décimos con gente, compro ocho cada año. Hoy vengo a comprar uno extra para mí”.

EL INFIERNO DE LAS PARTICIPACIONES

Hay un caso en el que se cruzan dos pequeños infiernos: las participaciones de lotería y las actividades extraescolares. El niño que viene del fútbol con un talonario inmenso para colocar a sus familiares (y en condiciones vergonzosas: pagas dos euros, juegas uno). Pero compras, por si acaso. Luego hay un colectivo que el día 22 de diciembre está muy atento al sorteo: los que han vendido participaciones falsas. Si no toca, miel sobre hojuelas. Si toca, a correr.