El código de los Vázquez

Manolo Vázquez, director de cine.

Manolo Vázquez, director de cine. / periodico

RAMÓN DE ESPAÑA / BARCELONA

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Quedo a desayunar con Manolo Vázquez (Barcelona, 1976) y cuando llego al bar, el hombre ya está allí, zampándose un cruasán con un café con leche. Mis temores de que se hubiera quedado frito a causa de los excesos de la víspera no tenían ningún fundamento. Hace tiempo que Manolo dejó de ser Manolito, el hijo de Vázquez -atrabiliario dibujante de comics, creador de Anacleto y las Hermanas Gilda y famoso por su peculiar estilo de vida (que incluía el sablazo permanente y el sempiterno abuso de confianza), cuya biopic dirigió Oscar Áibar y protagonizó Santiago Segura-, aquel chaval que algunos conocimos cuando tenía 14 años y su padre se lo llevaba de copas con lo más granado del 'underground' barcelonés.

El tipo con el que ahora me siento a la mesa acaba de estrenar su primer largometraje de ficción, 'La maniobra de Heimlich', y aspira a ganarse la vida como director. Firma Manolo Vázquez para distinguirse de su peculiar progenitor, Manuel Vázquez, y porque ya no es capaz de atender por Manolito: “Que voy a por los 40, ¡joder!” Yo ya sabía que había rodado algunos videoclips y un documental sobre el grupo pop Melodrama -el combo de los hermanos Olivé que, en cierta medida, fue a Sisa durante una época lo que The Band a Bob Dylan-, pero como hacía mucho que no me lo cruzaba, el estreno de 'La maniobra de Heimlich' me ha pillado en la inopia. Manolo me pone al día: “Es una tragicomedia nocturna barcelonesa rodada con cuatro cuartos a partir de un guion de Javier Calvo...” Le interrumpo para preguntarle si Calvo entrena mucho para ser tan antipático -menos mal que su mujer es un encanto y equilibra la balanza familiar- o si le sale de natural: “Yo creo que se lo trabaja, que le gusta dar esa impresión de antipático. A mí me caía fatal hasta que empecé a tratarle y a colaborar con él. Cuando rascas un poco, aparece un tipo estupendo, te lo aseguro...”

Hago como que le creo y le sigo sacando información: “Empecé a rodar la peli en el 2012, con mil euros que gané en el concurso televisivo 'La ruleta de la fortuna'. Hubiese preferido pillar más, pero me tuve que conformar con esos mil pavos, que sirvieron, por lo menos, para poner las cosas en marcha. Luego vino lo de costumbre: rodar con una cámara de estar por casa, pedir favores a los amigos, no pagar a nadie…Lo normal en estos casos. Ahora estrenamos y dudo que aguantemos más de una semana en la sala. Salimos con 20 copias, que es una cifra ridícula, pero menos da una piedra. Yo ya solo pienso en rodar la siguiente”.

Salidas a por tabaco

Pese a la precariedad financiera, 'La maniobra de Heimlich' cuenta con actores como Jordi VilchesMiki Esparbé o Marta Torné, así como con apariciones de gente como Quim Monzó o Enrique Vila Matas, lo cual demuestra algo que ya sabíamos todos los que conocemos a Manolo desde que atendía por Manolito: que sin haber leído a Dale Carnegie, es un maestro a la hora de ganar amigos e influir en la sociedad. Yo creo que la compañía de su padre contribuyó a convertirle en un superviviente, sin que Vázquez le legara al chaval esa jeta de cemento armado que Dios le había dado. Pícaro rayano ocasionalmente en la delincuencia, el dibujante Vázquez no se ha reencarnado en el cineasta Vázquez, que le recuerda con un cariño no exento de cierta crítica. ¿Tal vez porque él y su hermana son los únicos hijos que Vázquez reconoció? “Bueno, lo de que nos reconoció es mucho suponer. Cuando murió, descubrimos que no lo había hecho. Simplemente, se quedó con nosotros, cosa que no había hecho con otros hijos previos. El hombre se enrollaba con alguien y fundaba una familia. Hasta que se aburría o se agobiaba y salía a por tabaco y no volvía. En el fondo, siempre fue un niño grande. A mí me convirtió en su coleguilla cuando debería haberse preocupado de mis estudios, pero no se lo echo en cara porque me lo pasé muy bien. Aunque los sitios a los que me llevaba tal vez no eran los más adecuados para un crío de 14 años”.

Las fugas de Manolo no son tan letales. En el 2013, aburrido de su precariedad barcelonesa, decidió prolongarla en otro sitio y se fue a Berlín, donde se tiró un par de años trabajando de camarero sin saber alemán: “Era todo mucho más barato que aquí. No tenía ni que hacer de okupa, pues con el sueldo me llegaba para un apartamento. Lo pasé estupendamente y conocí a un montón de gente divertidísima. A la vuelta, acabé la peli y empecé a moverla por festivales. Y ahora se ha estrenado. A partir de ahora, a ver qué pasa”.

Yo ya sé lo que pasa: el cine español, se ponga como se ponga, tiene Manolo Vázquez para rato. Y al pensarlo, noto que me invade un extraño orgullo de tío lejano.