La fiesta de barrio más popular de la ciudad

Barcelona tiene Gràcia

CIUDAD REAL Música de orquesta.

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CARLES COLS
BARCELONA

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A Gràcia se la adora o se la detesta. Incluso hay quien la ama todo el año, porque vive, pero la desprecia durante la fiesta mayor del barrio, porque de repente se convierte en el centro de Barcelona, lo cual, tal y como está el centro de verdad, Ciutat Vella, comienza a ser más un insulto que un elogio.  El caso es que ayer, con el pregón al caer el sol, dio comienzo la fiesta mayor de Gràcia, una celebración insólita por su factura (no la económica, sino la arquitectónica) y deliciosa si se le da una oportunidad.

Lo característico de la fiesta mayor de Gràcia es el concurso de ornamentos en el que participan calles y plazas. No es un invento del barrio. Durante buena parte del siglo XX, en algunas calles del Raval (entonces Barrio Chino gracias a que el periodista Francisco Madrid así lo definió en uno de sus reportajes, Sangre en Atarazanas), los vecinos y comerciantes elaboraban unas decoraciones casi hollywoodianas, perfectas para quitar el hipo, pero, claro, quién está hoy en Ciutat Vella para eso. Así que lo de Gràcia tiene su qué. Es un fósil vivo de una tradición local.

Este año participan en el concurso 18 calles y plazas, una más que el año pasado. En cierto modo, la cifra es un termómetro del estado de salud del barrio. Es una señal inequívoca de que no se ha producido aún allí lo que los urbanistas conocen como la gentrificación, un proceso por el que los vecinos de un barrio son expulsados poco a poco de sus casas, víctimas de las leyes del mercado inmobiliario, y son sustituidos por una nueva clase social de poder adquisitivo más alto. Si algún día eso sucede, adiós fiestas de Gràcia.

Fans franceses

El concurso (el domingo el jurado dará a conocer su veredicto) puede parecer, si no se le presta mucha atención, un simple pulso de lavar platos entre los de Villarriba y los de Villabajo. Pero no es así.

«No todos somos vecinos de esta calle. Mira, aquellos dos de allí son un par de franceses que desde hace dos años vienen desde su país a ayudarnos porque se lo pasan bien». Esto lo contaba ayer Marta, una de las jefas de operaciones de la decoración de la calle de Mozart, que el año pasado se quedó a medio paso de ganar el concurso con una retrofuturista ambientación de una carrera de globos. Lo que cuenta Marta, no obstante, es que en el fondo lo de menos es el concurso. Lo que gusta son los lazos de amistad que se crean durante los preparativos, con sus ratos para la cervecita y la charla. Eso es remarcadamente obvio en las calles que antes de empezar ya saben que no tienen opciones en el concurso. Puigmartí y La Perla, por ejemplo, se suelen disputar el último lugar de la clasificación, pero se lo pasan en grande, por no decir teta.

El año pasado, el notición en el barrio fue que Verdi no ganó. Se llevó el trofeo Progrés, con una decoración jurásica. Este año aspira a repetir con una materia también muy cinematográfica. La cosa va de zombis. «Tenemos preparados cincuenta. Hay uno que incluso se pone en pie desde su ataúd». Ayer, las cabezas, perfectamente maquilladas, estaban escondidas en un almacén, pero solo con el bosque tenebroso por el que tendrán que pasar los visitantes ya se intuía que en Progrés no quieren esperar otros 29 años para ganar el concurso, como la última vez.

Progrés es una visita obligada si uno quiere darse una vuelta por Gràcia pero tiene poco tiempo. Su ventaja es que justo al lado hay otras dos calles decoradas, Llibertat y Tordera. Tres pájaros de un tiro. Pero la visita a Verdi es casi imprescindible. Este año han optado por una ambientación selvática, con cocodrilos y tucanes gigantes, y unas arañas del tamaño de un puño la mar de originales por su confección (el cuerpo es una piña piñonera). En este punto merece la pena reparar en un detalle casi sintomático. Hay dos tipos de decoraciones recurrentes año tras año: la vegetación y el mar. En Gràcia los árboles son escasos y el mar es aquello que tiene la ciudad de al lado, Barcelona, pues poco o mucho a los vecinos del barrio les gusta a veces comportarse como si aquello aún fuera un municipio independiente (dejó de serlo en 1897). Aún dicen a veces que van a la plaza de ayuntamiento, y no es la de Sant Jaume.

Total, que desde hoy a las nueve de la mañana, las 18 plazas y calles están listas para revista. Pasarán decenas de miles de personas. Durante una semana, aquello es el centro de Barcelona. La visita es gratis. Solo se exige corrección y respeto para el trabajo de los vecinos. No siempre se consigue. Ya se verá.