Barcelona tendrá un centro de innovación alimentaria en el 22@

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Para un carnívoro integral, un adicto al sushi o un fan de la verdura de payés de kilómetro cero, hablarle de falsas hamburguesas, comida para fumar o impresión de pizzas en 3D suena casi marciano. Es más, le corta el hambre, porque parece ajeno al placer intrínseco a la necesidad de alimentarse. Pero el binomio alimentación y futuro implicará una revolución en la industria alimentaria que ya está en marcha y donde la capital catalana buscará un papel protagonista a través del Barcelona Food Hub, que abrirá sus puertas en el distrito 22@ el próximo otoño, con una inversión privada de entre 2,5 y 3 millones de euros hasta principios del 2018. Sus miras son internacionales, pero su punto de interacción natural será el barrio del Poblenou, desde sus negocios hasta los vecinos, como posible banco de pruebas.

El invento, tan ambicioso que da vértigo, aspira a ser una embajada o ecosistema de la alimentación de alcance mundial, según sus instigadores. Los artífices son las empresas locales Reimagine Food, cofundada hace tres años por Marius Robles y que trabaja en la innovación en el ámbito de la alimentación, colaborando con empresas, inversores, 'startups', instituciones, universidades, chefs y centros tecnológicos; y Estruc 24, un laboratorio-consultoría fundado hace 12 años por Ignacio de Juan-Creix, dedicado a la investigación tecnocreativa en diversos ámbitos, incluida la gastronomía. El nuevo espacio de I+D que lanzarán tendrá entre sus patrocinadores a Samsung, Telefónica y Google, además de otros apoyos, y espera trabajar con más de mil empresas, mil emprendedores, mil startups y 100 centros tecnológicos en el 2020.

EN LA CALLE DE BADAJOZ

La nave del número 87-89 de Badajoz, en desuso durante años, abrirá con 1.400 metros cuadrados inicialmente, aunque se ampliarán a 4.000 antes del 2019, cuenta Robles. Convertirse en el Silicon Valley de la alimentación es solo uno de sus 10 objetivos, entre los que figuran también concitar la creación de iniciativas para repensar el mundo de la alimentación; compartir esa innovación y talento; crear profesionales que diseñen y distribuyan productos líderes por el mundo; construir una plataforma de inversión; relacionar el sector con otros como salud, deporte, turismo, sostenibilidad…

El 'hub' quiere estar abierto "al barrio", tanto para conectar con cualquier negocio relacionado con la comida -“hasta los bares de barrio”-, como para acercar esa cultura a la ciudadanía. Contará también con un eventual ‘restaurante’ Imposible donde degustar la innovación, cuya oferta siempre será temporal. Pero el pilar será una zona de investigación -Taste of Tomorrow- sobre técnicas rompedoras aplicadas a la alimentación y la gastronomía (de la impresión 3D de comida a la inteligencia artificial o la realidad virtual); y también líneas de investigación sobre cómida ingrávida o comida para fumar.

Uno de sus 10 espacios se centrará en el análisis de las ciudades del futuro y su relación con la agricultura y la ganadería, por ejemplo; otro será el Cooking Lab, para interactuar con la cocina profesional y doméstica de futuro. Incluso habrá un pequeño súper para (solo) exhibir las propuestas más revolucionarias del sector; un auditorio; un área para proyectos en incubación y aceleración, y una academia para sus cursos -con colaboración de la Universidad de Stanford, entre otras- y 'workshops' monográficos. Allí se incluye una universidad virtual.

MUESTRA ITINERANTE

Su operativa incluye una revista comestible, 'Ñam', y una muestra itinerante por distintas ciudades para presentar innovaciones que se gesten localmente. Para hacer más 'digerible' la iniciativa, Robles ilustra con algunos retos sobre los que trabaja la industria, como la forma de alimentar a 10.000 millones de personas en el 2050, o llevar la comida a las superobladas ciudades del futuro. Aterrizando en lo más cotidiano, apuntan cómo puede llegar a mejorar la gestión de un restaurante de menús, si además de trabajar con un portal de reservas cuenta con aplicaciones que le permiten de forma sencilla dar a conocer sus platos más exitosos, mejorar estocs y rotaciones, o fidelizar a sus clientes.

Y aunque la novedad juega un papel protagonista, además de poder probar una falsa hamburguesa o una gamba “hecha con las algas que comen las gambas”, explicado llanamente, el proyecto aspira a mejorar los lazos tradicionales, tanto entre consumidor y cultivador (también con apadrinamientos de cosechas), o sobre la distribución del pescado vía 'app' desde la barca y sin depender tanto de la lonja. Incluso facilitando la experiencia de la compra, ya que el 80% de lo que uno se lleva del súper es siempre lo mismo. 

El primer taller, en julio y previo a la apertura, será sobre cómo llegar al “desperdicio cero“ en la despensa, y el segundo sobre cómo jugar y aprender de la comida, para establecer nuevas relaciones con el plato, en especial los niños.

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