Historia de la ciudad en el bolsillo

Barcelona sin maquillaje

Mar Santamaria y Pablo Martínez, ayer, con la aplicación Big Time BCN abierta en una tableta.

Mar Santamaria y Pablo Martínez, ayer, con la aplicación Big Time BCN abierta en una tableta.

Carles Cols

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Una de las escenas que más impacto causó en su momento del clásico de Roger Corman El hombre con rayos X en los ojos sucede cuando el protagonista, Ray Milland en el papel del doctor Xavier, descubre que puede ver a través de la ropa de la gente. Dos jóvenes barceloneses, Mar Santamaria y Pablo Martínez, acaban de poner en servicio una aplicación para teléfonos y tabletas (de momento solo para dispositivos Android) que permite ver Barcelona así, sin ropas ni maquillaje, más allá de las fachadas. Es cartografía de rayos X. El ingenio ha sido bautizado como Big Time BCN. También se puede acceder a él a través de internet, pero es en el teléfono o en la tableta  cuando, si se activa el geolocalizador, más se disfruta a pie de calle de esta app, pues muestra de forma dinámica la fecha de construcción de los más de 70.000 edificios de la ciudad y ofrece fichas detalladas de los más de 3.000 elementos que conforman el Catálogo del Patrimonio de Barcelona.

La información que aporta Big Time BCN no es ningún secreto de Estado. Está disponible, por ejemplo, en el Catastro del Ministerio de Hacienda y también en la web del Ayuntamiento de Barcelona, pero hay que ser un Howard Carter para descubrir las cosas maravillosas que ahí se esconden. Eso es, en realidad, lo que Santamaria y Martínez, mano a mano con la empresa barcelonesa InQBarna (autora de otras interesantes apps sobre la ciudad, como Drakcelona), han desarrollado, una herramienta para acceder con el movimiento de un solo dedo a documentación hasta ahora de farragosa búsqueda.

El rojo y el negro

De entrada, Big Time BCN invita a examinar de forma errática la antigüedad de la ciudad. El calendario que aparece en la esquina superior derecha parece volverse divertidamente loco con ese vagabundeo. Cuidado, que la experiencia tiene incluso algo de adictivo voyeurismo.

En Ciutat Vella predominan las distintas tonalidades de color rojo, reservadas a edificios incluidos en el catálogo patrimonial. En ellos, si se desea, se puede acceder a información adicional. En el resto de los distritos esas manchas carmesí son más dispersas. Las parcelas son mayoritariamente azules (el más claro, para las obras más recientes, y el más oscuro, casi negro, para las más ancianas no catalogadas).

«Una de las primeras conclusiones que pude sacar y que más me sorprendió al ver en su conjunto toda la ciudad es que la arquitectura de Barcelona es mucho más reciente de lo que parece», explica Santamaría. Y es que es al cabo de unos minutos que se descubre que, según se mire, Big Time BCN puede ser también un valioso instrumento para tener una mirada crítica sobre mucho de lo que ha acontecido en Barcelona en estos últimos años. Ahí está, por ejemplo, el caso del fachadismo que en los años previos a la crisis económica tan de moda se puso en la ciudad con el beneplácito de los responsables del área de Urbanismo y la sonrisa cómplice de los propios barceloneses. Son cada vez más las voces que se alzan contra aquella práctica, en la que las empresas inmobiliarias conservaban la fachada de un edificio y demolían el resto de la construcción para alzar en su lugar un injerto arquitectónico que, cosas del mercado, se cotizaba más alto entonces que las obras íntegramente nuevas.

Las arenas, 2010

En los archivos del Catastro, todas esas fincas impostadas figuran obviamente como obras de nueva construcción, y así lo retrata por lo tanto la app Big Time BCN. El caso extremo, en este sentido, es sin duda el de la plaza de toros de Las Arenas. Aparece fechada en el año 2010 y no es un error. De la arquitectura original solo se conserva parte de la piel. Igual ha sucedido en decenas de direcciones postales del Eixample, perfectas para la foto a pie de calle, pero que tras sus fachadas esconden a veces enormes pérdidas patrimoniales. Aunque no era su propósito inicial, la aplicación que han impulsado Santamaria y Martínez invita a reflexionar, permite ser una suerte de doctor Xavier por las calles de la ciudad.

Otra conclusión posible es cuán extraño resulta el paseo de Gràcia visto a través de esta aplicación. Es una de las rutas obligadas de todo turista de visita en la ciudad y, paradójicamente, los edificios con valor patrimonial no llegan a la veintena, mientras un poco más arriba, la menos turísticamente transitada calle   de Gran de Gràcia destaca por ser un continuo trazo rosa de construcciones incluidas en el catálogo de la ciudad, aunque no sea en su categoría de mayor valor.

En resumen. Big Time BCN ya está operativa. Es, además, gratis. Y puede que solo sea un primer embrión de un proyecto mayor, pues, como reconocen Santamaria y Martínez sería interesante que interactuara con otros programas, como Street View y llevara así la visita virtual a la ciudad a fronteras todavía no exploradas. «Ya veremos», dicen.