Consecuencias del nuevo modelo de ciudad

Barcelona reforma la mitad de los 10 cruces que sufren más accidentes

Imagen de los dos carriles cortados ayer en el cruce de Balmes a su llegada a Gran Via, donde la densidad de tráfico no fue muy distinta a la de un lunes cualquiera sin obras.

Imagen de los dos carriles cortados ayer en el cruce de Balmes a su llegada a Gran Via, donde la densidad de tráfico no fue muy distinta a la de un lunes cualquiera sin obras.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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La era de mayor concentración de obras desde los Juegos del 92 trae adosada una virtud quizá no calculada ni valorada en su justa medida por las mentes pensantes de Urbanismo, cartera municipal conocida como Hábitat Urbano desde que CiU se hizo con la alcaldía, en el 2011. Resulta que en la interminable lista de puntos por reformar se encuentran cinco de los 10 cruces que más accidentes registraron el año pasado.

En algunos se está actuando, y en otros, está previsto que se empiece a corto o medio plazo. Ayer comenzó la mejora de Balmes entre Aragó y Gran Via. En la segunda confluencia, uno de los puntos negros que siempre aparece en el top 10, se produjeron 21 siniestros entre enero y diciembre del año pasado.

Quizá pasar de cinco carriles a cuatro ayude a reducir tan penosa cifra, eso es algo que solo el tiempo confirmará. El primer día de cortes de tráfico en tan importante vía -si se colapsa Balmes-Aragó, la ciudad entera se congestiona- sirvió para reafirmar que cada vez son menos los que van en coche: apenas hubo problemas y el flujo en el Eixample fue casi el de cualquier otro lunes.

El primer punto negro de la capital catalana, Diagonal con Balmes, con 37 accidentes en el 2013, tiene prevista una reforma que afecta a todo el tramo de la avenida entre paseo de Gràcia y Francesc Macià. El segundo, Gran Via con paseo de Gràcia (32 siniestros), se beneficiará de la reurbanización de la principal arteria comercial de la ciudad. El tercero, la plaza de Joan Carles I (29 choques), recibe doble impacto por su función de nudo entre la avenida y milla de oro barcelonesa. De los cinco que no tienen reforma a la vista, tres están en Gran Via, en las intersecciones con Marina, Roger de Llúria y Pau Claris, un cuarto está en Carles II con Travessera de Les Corts y el quinto está situado en Diagonal con Pau Claris. Ya se actúa en Balmes-Mitre (21), donde el túnel por debajo de Muntaner frenaba una obra largamente reivindicada por los vecinos. También con 21 siniestros, en séptima posición, se encuentra el cruce Gran Via-Balmes. La obra que empezó ayer en el corredor mar-montaña más abigarrado de Barcelona implica perder un carril de circulación privada, maniobra obligada para poder ampliar las aceras de 2,5 a 4,6 metros.

En ese punto, como en el resto de los citados, impera una voluntad de ir arrebatando asfalto al coche para entregárselo al peatón. Ese es el deseo de Hábitat Urbano, que pinta y colorea sus proyectos en colaboración con los técnicos de los distritos, pero sin el concurso habitual de la Guardia Urbana, que podría dar ese toque ligado a la seguridad vial que tan bien vendría a estos peligrosos cruces.

Gesto involuntario

En cualquier caso, el hecho de que calles como Balmes pierda el 20% de terreno destinado a los automóviles es un gesto que de manera indirecta aunque no involuntaria busca eliminar el concepto de autopista urbanas, algo de muy difícil resolución, por ejemplo, en la Gran Via, donde a la densidad se unen peliagudos giros a izquierda y derecha en los que el conductor debe atender a los viandantes, las bicis, los coches que vienen por el lateral y los peatones que también cruzan en la calle a la que se incorpora.

En ese «urbanismo amable», en palabras del teniente de alcalde del ramo, Antoni Vives, juega y jugará un papel fundamental la bicicleta, el único colectivo ligado a la movilidad que no deja de crecer. Son los ciclistas quizá el mejor termómetro para medir cómo avanza a la dictadura del coche, atenazada cada vez más por la crisis económica, pero también por un modo más humano de concebir la ciudad.