PROBLEMAS DE MOVILIDAD TRAS LOS ESPECTÁCULOS NOCTURNOS

Barcelona reabre la discusión sobre los intempestivos horarios del fútbol

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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El fútbol es el deporte más universal. Una pelota, sea de fino cuero o un manojo de trapos bien atados; una portería que bien pueden ser un par de piedras, y una turba de chicos y chicas corriendo arriba y abajo. Si a esa esencia se le da un barniz de parafernalia occidental, sucede que todo lo puro del divertimento se vuelve negocio, intereses y rivalidades, y que en el camino se va perdiendo el juego para dar paso al beneficio neto. En España, el país en el que los partidos se juegan más tarde por exigencias del guión televisivo, empiezan a brotar opiniones a favor de conciliar el espectáculo con la rutina social. A raíz del partido de Supercopa entre el Barça y el Atlético de Madrid, el alcalde de Barcelona ha pedido por carta adelantar el encuentro, previsto para las 22.30 horas del miércoles 28 de agosto. Xavier Trias pone como excusa la necesidad de garantizar el transporte público, pero entre líneas se masca la voluntad de reabrir el debate sobre los intempestivos horarios del fútbol español.

«Apreciado amigo», arranca la misiva del regidor, enviada el 29 de mayo. Va dirigida a Ángel María Villar, que lleva ni más ni menos que 25 años presidiendo la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y conoce de sobra la oposición de la capital catalana a albergar partidos hasta el filo de la medianoche, cuando el metro deja de funcionar, a diferencia de lo que sucede en Madrid, donde el subterráneo sigue en marcha hasta las dos de la madrugada.

Al margen de lo complicado que resulta mover este encuentro (ver página siguiente), lo que busca el ayuntamiento es recuperar una discusión que ya tuvo dos momentos álgidos en el 2012: en enero, cuando TMB no prolongó el suburbano tras un clásico, dejando a miles de personas sin transporte y deambulando por la Diagonal, y en agosto, con otro Barça-Madrid que fue otra resaca culé sin vagones para volver a casa. Por aquel entonces, la batalla se centraba en lograr que el FC Barcelona pagara los 30.000 euros que cuesta cada hora extra de metro. El club dijo que lo suyo es el fútbol, no la movilidad. Y en esas sigue, a pesar de que luego reivindica que una parada de la línea 9 se llame Camp Nou.

En los últimos meses, el primer teniente de alcalde, Joaquim Forn, ha mantenido dos reuniones con la directiva para tratar de hacer entender a los hombres de Sandro Rosell que la ciudad «no tiene porque ser la que lo pague todo mientras ellos se ganan muy bien la vida». Dice el también responsable de Seguridad que la directiva «está dispuesta a hablar del tema», y que lo ideal sería poder compartir gastos, tanto del transporte como de la limpieza y la seguridad, en la que están implicados unos 100 urbanos y 200 mossos. «Tiene lógica que paguen, es algo que se hace en muchas ciudades europeas. Detecto buena voluntad por parte del Barça y espero una aproximación de las posturas», sostiene Forn, hábil midiendo sus palabras sobre una poderosa institución.

PRIMERO LO PÚBLICO / El asunto de los horarios es una materia mucho más complicada porque en la negociación entran en concurso las televisiones. Eso ya son palabras mayores, audiencias mayores. Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, considera que TVE -o TV-3, en su versión catalana-, como ente público, «debería ser la primera en dar ejemplo, avanzando suprime timepara empezar a modificar los hábitos de la ciudadanía». Después, sostiene, ya vendrían los privados. Así se lo han expresado grandes magnates de los medios de comunicación, que le dan la razón en que resulta algo alarmante que el país cada vez vaya más tarde. «Si se cierra el transporte público, es señal de que el día se ha terminado. Y que a esa hora haya un partido en marcha es todo un disparate», resume.

En su carta a Villar, Trias pide que el Barça-Atlético se celebre «como muy tarde» a las 21.00 horas. Daría tiempo de coger el metro. Y de llegar a casa antes del día siguiente. Ya no digamos si fuera por la tarde, ni que sea para que Rosell pueda cumplir aquella promesa electoral de que los niños podrían ver a sus ídolos.