Barcelona protege su mobiliario urbano con una nueva pintura antigrafito

El ayuntamiento presentó ayer su nueva arma secreta contra los grafitos, pegatinas y similares que frecuentemente aparecen en el mobiliario urbano metálico de la ciudad. Esto es, farolas, cajas de registro, y semáforos, por ejemplo. El método antiincívicos se basa en el uso de una pintura que repele tanto el pegamento como la tinta y esquiva la corrosión que causa el orín de los canes. El coste de la campaña es de 4,5 millones de euros. Una bagatela teniendo en cuenta que, cada año, la limpieza de los actos de los incívicos en estos elementos alcanza los cuatro millones. Es decir, en un año se amortiza la inversión.

«Intentamos que a los elementos urbanos propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, de forma preventiva, sea más difícil hacerles pintadas o pegarles elementos», señaló el concejal de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Joan Puigdollers, en un acto realizado en la plaza Reial. A finales de año se habrán pintado ya 28.000 elementos por toda la ciudad. A día de hoy ya se ha llevado a cabo la mayor parte del trabajo, con 26.670 unidades pintadas.

CAMBIO DE TÁCTICA / Este producto representa un cambio de técnica respecto a anteriores campañas, en las que se utilizaba una pintura rugosa para evitar la adherencia. En esta ocasión son los elementos químicos los que facilitan la limpieza del mobiliario urbano.

Así, entre la campaña anterior y la actual, el 50% de elementos urbanos como farolas, semáforos o señales informativas tendrán algún tipo de producto «antivandálico».

«Desgraciadamente este tipo de actos está bastante generalizado por toda la ciudad», lamentó el concejal, motivo por el que el plan se ha aplicado en todos los distritos de Barcelona. La pintura, para cuya aplicación se precisan varias etapas -limpieza, dos capas de imprimación y dos de esmaltado, antes de la propia pintura- se usa sobre elementos metálicos y primero deja el mobiliario con una capa brillante, que con el tiempo se atenúa.