Barcelona ha perdido un cuarto de millón de 'nativos' desde los JJOO

poblacion-barcelona-demografia

poblacion-barcelona-demografia / periodico

CARLES COLS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Barcelona cerró el año 1991 con 1.643.542 habitantes. Comenzó el 2016 con 1.610.427 habitantes. Son cifras muy similares. Se podría poner aquí punto y final a esta información. No hay cambio, no hay noticia. En 1991, sin embargo, el número de extranjeros era casi testimonial, 23.402. La última cifra conocida, del 2016, ofrece un retrato muy distinto. Los extranjeros residentes en Barcelona son ahora 267.790. Lo habitual estos últimos años ha sido poner el foco periodístico sobre el fenómeno de la inmigración, sin duda llamativo. Solo entre el 2007 y el 2008, por ejemplo, se empadronaron 205.000 inmigrantes nuevos en la ciudad. Imposible no dedicarle páginas y páginas de análisis y reflexión a esa cuestión. El cómputo total de población, no obstante, se ha mantenido muy estable y, en cierto modo, ha eclipsado la profunda crisis demográfica que sufre en realidad Barcelona. Dicho sin pulir, han ‘desaparecido’ 250.000 nativos barceloneses desde aquellos Juegos Olímpicos que se supone que relanzaron la ciudad a ojos del mundo. Las razones son variadas. La baja natalidad es una, por supuesto, pero la selva inmobiliaria tal vez pese más, con su consecuente ola de ‘desahucios invisibles’, un concepto con el que toca ya irse famirializando.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Un informe predijo","text":"\u00a0en el 2001 que Barcelona caer\u00eda hasta los 1,3 millones de habitantes en el 2010. Hubiera acertado de no surgir el fen\u00f3meno de la inmigraci\u00f3n"}}

La crisis demográfica de Barcelona fue motivo de una transitoria preocupación hace 16 años. Por una cuestión simbólica. Aún no había comenzado la ola migratoria. El censo oficial reflejaba una caída de población que auguraba que la ciudad podía situarse muy pronto por debajo de los 1,5 millones de habitantes. Lo simbólico no era la cifra, sino que una consecuencia de ello sería que habría que reducir el número de concejales del pleno municipal, de 41 a 39. Saltaron las alarmas. La oposición le echaba la culpa al equipo de gobierno. No sucedió y amainó la tormenta, pero lo curioso es que en aquel momento pasó casi desapercibido un informe del área municipal de Via Pública, que iba a lo suyo, preocupada por la gestión del tráfico y las plazas de aparcamiento cara al futuro, en el que se pronosticaba que la población de Barcelona en el 2010 (faltaban entonces nueve años) sería de 1,38 millones de habitantes. Los autores de aquella proyección merecen un sincero aplauso. En el 2010 real, el número de barceloneses, descontada la inmigración, un fenómeno inimaginado en el 2001, fue 1.335.190 personas. El margen de error de la proyección fue mínimo.

SÍNTOMAS

Decir que Barcelona es una ciudad demográficamente enferma puede parecer atrevido, casi un exceso solo en busca de llamar la atención del lector. Pero los síntomas de la dolencia son evidentes.

Primero, el crecimiento natural de la ciudad, es decir, el equilibrio entre el número de nacimientos y defunciones, es negativo desde 1985. Ni un solo año ha sido positivo. Es la constatación empírica de que no ha habido aún políticas de fomento de la natalidad que merezcan realmente ese nombre.

Segundo, la media de edad de los barceloneses crece irremediablemente. La inmigración puede que haya ralentizado la tendencia, pero no la ha invertido. En los años 80, una década efervescente, o al menos así muchos la recuerdan, la edad media de los barceloneses era de 37 años. Actualmente es de 44 y subiendo.

Un tercer síntoma es cómo han cambiado los hogares. En 1990, lo más común eran los domicilios con dos, tres o cuatro residentes. Familias, mayoritariamente. Había personas que vivían solas, sí, unas 100.000, pero eso era solo la cuarta opción más frecuente en las estadísticas oficiales. En la Barcelona del 2016, los hogares en los que reside una única personas son la mayoría. 201.345 barceloneses viven solos.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"En el 2014, por ejemplo,","text":"\u00a0nacieron 13.396 beb\u00e9s, murieron 14.835 personas y, lo que redobla el problema, emigraron 15.373 j\u00f3venes de entre 25 y 35 a\u00f1os"}}

Barcelona no es el paciente que va al médico por una gripe pasajera. Es más bien el que visita a todos los especialistas, porque cuando no es la presión, es el colesterol y si no la artritis. Es lo que se descubre a poco que se observen los anuarios estadísticos de la ciudad como un oncólogo mira una radiografía al trasluz. Por ejemplo. En el 2014 emigraron de Barcelona 15.373 jóvenes de entre 25 y 35 años. Lo hicieron también de otras edades, pero merece la pena reparar en esa franja. De los niños se dice que son el futuro. Los jóvenes de entre 25 y 35 años son el presente y se van de la ciudad. En ese mismo 2014, nacieron en Barcelona 13.396 bebés y murieron 14.835 personas. No es, pues, un ataque de amarillismo decir que Barcelona es una ciudad demográficamente enferma a pesar de que su aspecto general sea saludable, con su rollizo padrón de 1,6 millones de habitantes casi inalterable.

NO DIGA GENTRIFICACIÓN, DIGA DESAHUCIO INVISIBLE

En realidad, que algo insano sucede es una sensación que poco a poco ha ido empapando a los vecinos de la ciudad. Hace cinco años, la gentrificación era un anglicismo que pocos conocían y menos aún utilizaban. Hoy esa palabra incluso va estampada en alguna pancarta de protesta, como la que el pasado 10 de diciembre recorrió las calles de tres barrios de tres distritos distintos de la ciudad afectados por ese mal, Raval, Poble Sec y Sant Antoni, donde el alza de los precios inmobiliarios está causando estragos demográficos. Tras la gentrificación, la nueva expresión que pide paso es otra, los ‘desahucios invisibles’, es decir, aquellos que no salen en televisión porque no los ordena el juez por una acumulación de impagos. Los desahuciados invisibles son aquellos que no pueden afrontar el incremento del alquiler que les exige el propietario y se ven forzados a ‘emigrar’, a lo mejor solo del barrio, pero a menudo también a otros municipios. En cierto modo, eso también forma parte de la metástasis demográfica de Barcelona. Según explican los responsables del área municipal de Estadística, las oficinas de atención a los ciudadanos realizan unos 100.000 reempadronamientos al año. Es una cifra sorprendentemente alta, pero lamentablemente aséptica, porque no permite discernir en qué casos se trata de mudanzas alegres o forzadas. Para eso hay que contrastarla con otra también entresacada de las estadísticas municipales. Ya solo un 52% de los barceloneses son nacidos en Barcelona. Es una pista más para buscar ese cuarto de millón de barceloneses 'desaparecidos' desde 1991.