a pie de calle

Barcelona es ciudad de puerto

El barco de pasajeros 'Zurbarán', amarrado ayer en el puerto de Barcelona.

El barco de pasajeros 'Zurbarán', amarrado ayer en el puerto de Barcelona.

CATALINA GAYÀ

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La lancha aguardaba cerca del barco de pasajeros de Acciona Trasmediterránea que ayer, poco después del amanecer, arribaba a Barcelona. El Mediterráneo no estaba en calma y, vista desde la cubierta del coloso, la lancha del práctico (el capitán encargado de dirigir la entrada o salida de un barco en un puerto) se mecía con violencia. ElZurbarán, que así bautizaron a uno de los colosos que hace la ruta entre Mallorca y Barcelona, entraba en el puerto a rebosar de pasajeros.

Un centenar de ojos trasnochados seguían hipnotizados la operación de amarre desde la cubierta. La nave se abarloaba al muelle; una mano invisible lanzaba los cabos desde el barco, y los operarios del puerto de Barcelona los recogían y los ataban a los norays. Entonces, el coloso luchaba contra la quietud impuesta: rugían los motores y la quilla rebotaba contra la defensa.

Con el primer choque, la audiencia se daba cuenta de que Barcelona estaba congelada. Cualquier marino sabe quelógica líquida del mar congela aquello que es superfluo. El Maremagnum, cual barco de lujo azul marino, se veía desierto de vida. Colón, suspendido en el aire como la gran peca de la ciudad. Los edificios se veían abigarrados. Las cuatro dársenas que hay en el puerto antiguo hablaban de otros tiempos. A unas olas, quedaba la pista para helicópteros que ofrecen paseos panorámicos. Amarrando el barco, la Barcelona de lujo, la consumista, la histórica o la turística no existen. En el proceso de amarre lo que es importante es el presente.

Algunos de los espectadores que estaban en cubierta habían formado parte de una de esas tertulias que solo suceden en travesías marítimas y que nunca implican nombre y apellido.

Entre los tertulianos, mucho mallorquín estudiante, mucho mallorquín que vive en Barcelona porque estudió aquí, y mucho motero que ha encontrado en las curvas de la isla un circuitoadrenalítico. De madrugada, en la cafetería, se habían quejado de que el precio de los vuelos alcanzaba los 130 euros, solo ida. Desde que Spanair desapareció de los aires, larondaaérea entre la isla y la península se ha encarecido. Si a eso se suma esa subida irracional que las compañías aéreas aplican a los festivos, en el barco no cabía ni un alfiler. La queja se diluía en un lamento por la política lingüística del Gobierno deJosé Ramón Bauzá.Media isla se levanta contra la persecución del catalán y la otra media calla y otorga. El proceso de amarre también acallaba esa pesadilla.

EscribióRyszard Kapuscinskique los viajes en tren dotan al viajero del sentido del tiempo. En los barcos pasa lo mismo. En avión, es cierto, se llega rápido, pero últimamente los pasajeros acceden a tratos y a normas sinsentido. Solo dos ejemplos: quitar los zapatos a una anciana de 90 años o que el pasajero sienta que ha cometido un delito grave porque su maleta mide 56 centímetros y no 55. En barco, el pasajero va de su pasado a su futuro viviendo un presente a un ritmo humano.

Ayer a las 8.00 horas, elZurbaránabría las puertas. Los pasajeros avanzaban por la pasarela y se encontraban. De repente, ya no eran viajeros; eran transeúntes.

En la Rambla, ya circulaban turistas. Los carteles sesenteros de Arpi anunciando marcas de cámaras de foto, las agencias de viaje, las floristerías con nombres de mujeres, algún travestido trasnochado, y unos billares escondidos indicaban que este puerto es Barcelona.