FRENTE SOLIDARIO

ciutatrefugi@bcn.cat

ciudades refugio

ciudades refugio / ELISENDA PONS

CARLES COLS / CRISTINA BUESA / BARCELONA

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"Puedo acoger a una o dos personas. No les faltará comidacariñoropa higiene. Tengo una minusvalía del 46% y soy pensionista desde los 50 años. Ahora tengo 57 pero puedo colaborar y necesito hacerlo". El texto lo firma Ana y esa es su oferta de solidaridad. La envió el viernes por correo electrónico al Ayuntamiento de Barcelona.

En Alemania fueron dos jóvenes que pidieron ayuda económica a sus amigos para acoger a un refugiado en su casa y terminaron, desbordados de solidaridad, por crear Refugees Welcome, una web que busca hogar a quienes huyen de la guerra. En Islandia, una profesora se sorprendió de que el Gobierno de la isla ofreciera solo 50 plazas de cobijo y, con Facebook como única herramienta, Bryndis Bjorvinsdottir ha logrado ya que más de 12.000 compatriotas ofrezcan parte de su hogar a refugiados. En España, ese pasar de la indignación a la acción ha llegado con algo de retardo, pero lo ha hecho con formas de pulso mayúsculo. Un frente de ocho ciudades se reunió el viernes en Barcelona para plantar cara a la cicatería con la que el Gobierno ha afrontado esta crisis humanitaria. La posición del Ejecutivo central la recordó ayer el propio Mariano Rajoy con una de sus frases de gato encerrado: "Europa no puede renunciar de ninguna manera a dar asilo a aquellas personas que tengan derecho al mismo conforme al derecho internacional". El imperio de la ley. En el 2014, España consideró que solo 384 solicitantes tenían derecho a asilo. Y frente a esa respuesta, los alcaldes. La exactivista y ahora alcaldesa Ada Colau ha dejado claro a sus colaboradores que no entrará a discutir si alguien que huye de la guerra y el hambre es o no un refugiado. Y ha pasado a la acción.

GROSERÍA DEL PP

Como los dos jóvenes alemanes o la profesora islandesa, el Ayuntamiento de Barcelona dio un paso al frente y  creó ayer una dirección de correo electrónico (ciutatrefugi@bcn.cat) para canalizar la ola de solidaridad que se ha puesto en marcha desde distintas plataformas ciudadanas, como Stop Mare Mortum, que bajo el lema "paremos el genocidio en el mar" reunió el viernes por la tarde a unas 1.000 personas en la Estació del Nord. Eso queda lejos aún de las grandes movilizaciones que en esta ciudad ha habido en las ocasiones que se lo merecían, como las del 2003 contrarias a la guerra. Pero la sensación era que el Gobierno y los partidos de cuño clásico iban  con un paquidérmico paso cambiado y a rebufo de un grupo de ocho alcaldes, Colau, de Barcelona; Manuela Carmena, de MadridDolors Sabater, de Badalona; José María González, de CádizPedro Santisteve, de ZaragozaXulio Ferreiro de A CoruñaMartiño Noriega, de Santiago de Compostela, y Joseba Asiron, de Pamplona. Sus adscripciones  políticas (un cóctel de marcas blancas de PodemosMarea Atlántica Bildu) propició una salida de tono del líder local del PP, Alberto Fernández Díaz, que acusó a Colau de "batasunizar" la política municipal.

Ese exabrupto fue anecdótico al lado del efecto sísmico que tuvo la reunión de alcaldes y la oferta de Barcelona de organizar la solidaridad ciudadana. A lo largo del día hubo un goteo constante de posicionamientos por parte de otras ciudades, a veces para colaborar, aunque sea a las órdenes del Gobierno, y otras para desmarcarse, como hizo el jefe del Ejecutivo de Ceuta, Juan Vivas, con el argumento de que su ciudad ya es «la más solidaria de España, de Europa, del mundo y de todo».

NO CREAR FALSAS EXPECTATIVAS

El caso es que la actitud militante de Colau, Carmena (que anteayer anunció un fondo especial de 10 millones de euros para acogida) y los otros seis alcaldes («la red de ciudades rebeldes», como dijo Noriega) eclipsó otras iniciativas, como la del Fondo Catalán de Cooperación al Desarrollo (FCCD), que reunió a representantes de 80 municipios catalanes, de las diputaciones, de los consejos comarcales y de la Generalitat. Su presidenta, la convergente y alcaldesa de La Garriga Meritxell Budó, reclamó que el Gobierno sea ágil en tramitar las solicitudes de asilo, pero también invitó a no crear falsas expectativas ni trivializar las dificultades de acoger refugiados.

En cierto modo, Budó expresó entre líneas la crítica que en privado realizan algunos ayuntamientos metropolitanos sobre el estilo Colau. No discuten sus ideas (el análisis que el 28 de agosto colgó en Facebook sobre el drama de los refugiados ha resultado ser premonitorio), sino que suponen que no es capaz de ir más allá de construir edificios con vigas de yeso. La dirección de correo ciutatrefugi@bcn.cat recibió en sus cinco primeras horas de vida más de 1.000 correos de ciudadanos que se ofrecían para colaborar. La cifra crecerá. Lo siguiente es saber si la bisoñez del nuevo gobierno de la ciudad será un hándicap a la hora de diseñar un perfecto engranaje que organice la que se le viene encima. A su favor tiene que el cuerpo funcionarial de Barcelona tiene una demostrada capacidad. Así que Colau, tras leer en público la carta de Ana, concluyó: "Si ella puede colaborar, cómo no lo hará Barcelona".