exposición. LAS FUENTES POPULARES DE MONTJUÏC

"Baixant de la Font del Gat..."

Las fuentes de Montjuïc fueron durante décadas escenario de comidas campestres y verbenas populares, el lugar al que acudían los barceloneses a descansar y divertirse. Una exposición evoca aquel pasado no tan lejano.

Castillo de Montjuïc. De 10.00 a 20.00 horas. Entrada al castillo: 5 euros. Hasta el 30 de noviembre.

POSTALES 3 Arriba, 'Pujant a Montjuïc', datada entre 1910 y 1920. A continua-ción, fotografía de la Font del Gat, con su mostrador de bebidas, realizada por Josep Maria de Sagarra en 1930. Y junto a estas líneas, entrada al merendero de la Font

POSTALES 3 Arriba, 'Pujant a Montjuïc', datada entre 1910 y 1920. A continua-ción, fotografía de la Font del Gat, con su mostrador de bebidas, realizada por Josep Maria de Sagarra en 1930. Y junto a estas líneas, entrada al merendero de la Font

EL PERIÓDICO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Montjuïc fue, durante décadas, el destino rural para las escapadas dominicales de los barceloneses del siglo XIX. Un gigantesco jardín rebosante de fuentes a las que acudía la clase media y obrera de la ciudad para pasear, cortejar, comer y bailar. La exposición Baixant de la Font del Gat. Les fonts populars de Montjuïc, que se puede visitar en el castillo, evoca la vida de la Barcelona de fines del siglo XIX y principios del XX a través de esas fuentes.

La más famosa de aquellas fontanas fue, sin duda, la Font del Gat. Pero había otros muchos surtidores repartidos por la montaña. Unos eran naturales, otros, canalizados y embellecidos por una escultura. Eran la Font Trobada, la de los Tres Pins, del Geperut y del Tir, la Font d'en Conna y de Pessets, la del Parc de Baix, Vista Alegre, la Guatlla, la Mina y Satalia.

Fueron escenario imprescincible de los momentos de diversión de muchos ciudadanos. Los domingos y días festivos, familias, parejas y grupos de amigos subían a la montaña a hacer la tradicional fontada (merienda junto a la fuente), a celebrar comidas campestres y verbenas populares, a jugar, charlar o hacerse arrumacos furtivos. En las más ajardinadas se festejaban bodas, bautizos y comuniones. Las más ocultas por la espesura se convirtieron, en los primeros años del franquismo, en lugar de encuentro para reuniones clandestinas de disidentes.

A través de fotos e ilustraciones, textos y efectos sonoros, la exposición propone un viaje sensorial a ese pasado no tan lejano. Las fotos son de pioneros del fotoperiodismo como Josep Brangulí, Frederic Ballell, Carlos Pérez de Rozas, Lucien Roisin y Pau-Lluís Torrents. Los dibujos, de Lola Anglada y Pau Febrés Yll.