El paisaje tras la batalla inmobiliaria

Badalona exige a los bancos el control de los pisos embargados

El concejal Salvador Lerma, ante un piso con blindaje de acero en la puerta.

El concejal Salvador Lerma, ante un piso con blindaje de acero en la puerta.

CARLES COLS
BADALONA

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Ultima ratio regum. Luis XIV lo hizo grabar en los cañones de su artillería cuando Francia era una monarquía. La idea le gustó tanto a Federico de Prusia que tomó prestada esa leyenda que, traducida, sería algo así como el último argumento de los reyes, es decir, cuando la diplomacia cede el paso al uso de la fuerza. Es el único detallito que le falta a las planchas de acero con las que el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, ha decidido literalmente sellar los pisos vacíos de algunos barrios de la ciudad (La Salut, Llefià, Sant Roc…) para evitar que sean reiteradamente ocupados de forma ilegal, un problema que no es nuevo, pero que pinchada la burbuja inmobiliaria ha adquirido una nueva y perversa dimensión. Ahora, los dueños de muchos de esos pisos que alteran la vida cotidiana en no pocas fincas son propiedad de bancos y cajas de ahorro que, con excesiva alegría en algunos casos, concedieron hipotecas que después no han podido ser pagadas. A esos bancos y cajas se ha dirigido García Albiol los últimos días con diplomacia de Luis XIV. Les ha propuesto que permitan al Ayuntamiento de Badalona poner en alquiler esos pisos o, en caso contrario, les ha sugerido que lean con detalle la ley de la vivienda de Catalunya, que le faculta como alcalde a imponer sanciones de hasta 500.000 euros a quien sea responsable de la sobreocupación de un piso. Algunas entidades, Catalunya Caixa entre ellas, ya han aceptado la propuesta.

La puerta de acero es, en este relato, solo un detalle. Es la punta del iceberg, como de forma tópica se suele decir. Es la tarjeta de presentación que García Albiol ha decidido dejar antes de comenzar a echar mano de una serie de artículos de la ley de la vivienda que hasta ahora ningún municipio se había decidido a desprecintar. Esa ley, redactada en su día por Iniciativa per Catalunya para solaz ahora de un alcalde del PP, detalla entre los artículos 108 y 131 qué sobrepasa los límites de la legalidad en materia de vivienda y qué penas puede acarrear a los infractores rebasar los límites establecidos. Cuanto mayor es el municipio, mayor multa puede imponer el alcalde, y, como Badalona es la tercera ciudad de Catalunya, García Albiol tiene en sus manos un poderoso argumento intimidador de hasta medio millón de euros.

TRES PRIMERAS MULTAS / Por el momento, el Ayuntamiento de Badalona ha apuntado los cañones de suultima ratio regumsobre dos propietarios que no son ni bancos ni cajas. Algo así como una prueba piloto. Al primero, dueño de unos bajos en Llefià ilegalmente acondicionados como vivienda destinada a la sobreocupación, le ha impuesto una multa de 100.000 euros. Al segundo, propietario de dos establecimientos en el barrio de Morera y destinados a idéntico fin le ha sancionado con 150.000 euros por cada infracción. El próximo paso, amenaza García Albiol, es la creación de un órgano especial dentro de la estructura del ayuntamiento cuya función será casi exclusivamente garantizar el cobro de este tipo de deudas, aunque sea por la vía de llegar al embargo de bienes.

Esos tres casos, de todos modos, son anecdóticos. En el centro del punto de mira de García Albiol están en realidad las decenas de pisos que los bancos y cajas acumulan en los barrios más pobres de la ciudad. El pasado mes de agosto, la policía municipal los censó. Eran entonces 70. Ahora el ayuntamiento sostiene que son más. El problema no es que estén vacíos. El problema es que días después (a veces solo horas después) de que el propietario sea desahuciado por impago de la hipoteca esas viviendas son ocupadas ante la indiferencia total de sus nuevos dueños, las entidades financieras. Se trata de pisos con una prácticamente nula salida comercial, de ahí que corran el riesgo de ser archivados en el banco como zombis inmobiliarios sin remedio,

Alquilarlos a 150 euros al mes. Esa o una cifra similar es con la que el Ayuntamiento de Badalona pretende volver a poner en el mercado esos pisos vacíos. La Administración municipal, en el plan concebido por García Albiol, se encarga de los trámites sin ni siquiera quedarse con una parte del alquiler por esa labor. «No les pido que me cedan la gestión de los pisos de la fachada marítima, sino los que parecen casos sin solución», explica el alcalde.

NO ES ROBIN HOOD / ¿Se ha convertido García Albiol en un Robin Hood del área metropolitana? ¿Es un alcalde rojillo que atornilla a los ricos para favorecer a los pobres? No. Tampoco hay por qué llamarse a engaño. El kilómetro cero de esta historia es su fijación con las ocupaciones ilegales de pisos a manos de familias rumanas. Su presencia en una finca

-sostiene el alcalde- es fuente segura de conflictos, porque a la ocupación del piso le sigue la toma de corriente eléctrica de la red de la comunidad, los ruidos, los trapicheos, etcétera. Eso dice García Albiol.

«Al dar respuesta a una necesidad social de los vecinos de Badalona, por ejemplo facilitar el acceso de los jóvenes a una primera vivienda, resolvemos de paso un problema mayor, que es el de la inseguridad que causan los pisos ocupados de forma ilegal», se felicita a sí mismo.

Por el momento, los pisos que el Ayuntamiento de Badalona podrá ofertar a través de su patronato de la vivienda son unas escasas decenas, pero las conversaciones llevadas a cabo esta semana con las entidades financieras han permitido a García Albiol intuir que la lista de desahucios programados para las próximas semanas es grande, muy grande, lo suficiente como para que la bolsa de viviendas que al final gestionará el municipio en régimen de alquiler sea, lógicamente, también mayúscula.

El afán del alcalde (cada día tiene el suyo propio) es evitar a toda costa que algunos barrios de Badalona se conviertan en destino preferido de algunos colectivos concretos de inmigrantes. No lo esconde. Es conociendo las inquietudes de su alcalde que algunos vecinos de Llefià han descifrado el significado de las extrañas placas de prohibido aparcar que han sido instaladas en algunas calles del barrio. «Excepto turismos», dicen esas placas. Así, según testigos oculares, no es extraño ver cómo la grúa municipal se lleva estos días las furgonetas con las recogen chatarra o vacían de papel y cartón los contenedores de reciclaje algunas de esas familias que ocupan pisos.

(Ultima ratio regumes una leyenda que, al parecer, también se usa en algunas piezas de la artillería del Ejército español. En Badalona, parece, lo lleva hasta el gancho con el que trabajan los operarios de la grúa).