La alumna aventajada

Ayako Fujiki publica el disco 'Brightwater', pasajes musicales para piano y cuerdas

La pianista japonesa Ayako Fujiki, que se sintió atraída por la música española sobre todo a partir de Albéniz y Granados.

La pianista japonesa Ayako Fujiki, que se sintió atraída por la música española sobre todo a partir de Albéniz y Granados.

RAMÓN
De España

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Si uno se sumerge en las procelosas aguas de Youtube puede acabar topándose, como me sucedió a mí, con el videoclip de 'Brightwater', tema que da título al primer disco de material propio de la pianista japonesa instalada en Barcelona Ayako Fujiki. Disimulando muy bien la escasez de medio, dicho clip, rodado entre el pabellón Mies van der Rohe y el fondo de una piscina por la que transita, cual prefarraelita nipona, la señorita Fujiki, ha superado ya las 8.000 visitas, lo que no está nada mal cuando no eres Shakira ni Pitbull y lo que haces solo puede adscribirse a ese cajón de sastre que conocemos como música contemporánea. El tema, de una belleza levemente melancólica, te deja con ganas de más; y en mi caso -¡ah, la tradicional curiosidad del periodista!-, a visitar a la artista en su casa de la zona alta de la ciudad para conversar un rato sobre España, Japón, la música y una particular y exigente maestra fundamental en su formación pianística.

Aunque se instaló definitivamente entre nosotros hacia el 2007, Ayako llevaba frecuentando Barcelona desde principios del siglo XXI. Lo hacía para ejercer de alumna aventajada de la gran Alicia de Larrocha, de la que asegura haber aprendido mucho, aunque su relación no condujera precisamente a lo que solemos entender por amistad. "Ese concepto no se planteaba con Alicia", me cuenta la señorita Fujiki. "La relación maestra-alumna era indiscutible. Y ella solo quería sacar lo mejor de ti misma. Era muy estricta, hasta el punto de que a mí, a veces, me entraban ataques de miedo antes de acudir a sus clases. En pleno invierno, podía echarme a sudar ante la perspectiva de meter la pata. Tenía que prepararme mentalmente para sus clases: tomarme un té, respirar hondo…".

Ayako se había interesado por la música española -"sobre todo, Albéniz y Granados", comenta- en su Tokio natal, donde también asistió a clases de danza flamenca: "En aquella época, éramos cuatro bailando flamenco, pero ahora se ha popularizado enormemente. Es un poco como lo de los occidentales que practican yoga". Según ella, cierta música española le llegaba "al alma, se producía una comunicación muy directa". Y para avanzar en esa comunicación, se vino a Barcelona para trabajar con Alicia, descubriendo que la parte de España que le había tocado no tenía mucho que ver con el país que se había imaginado en Japón: "Desde allí se ve España como un país uniforme en el que todos bailan flamenco y van a los toros. No sé muy bien si esto es España, pero la verdad es que me encuentro muy a gusto y que en mis regresos a Tokio echo de menos muchas cosas de Barcelona. Me he acostumbrado a dar la mano, a besar, a abrazar, y la cultura nipona no es en absoluto táctil. Hasta se evita el contacto personal, o las miradas a los ojos. Y nadie te dirige la palabra ni por casualidad. Déjame ponerte un ejemplo algo chusco de lo que te puede pasar en Tokio: un día iba yo por una estación, arrastrando una maleta, sin que nadie se ofreciese a echarme una mano, cosa que aquí es bastante común. Llevaba gafas de sol y una gorra que me ocultaban bastante el rostro, así que un tipo me tomó por extranjera y se ofreció a llevarme la maleta. Le di las gracias en japonés y su respuesta fue: '¡Ah, es usted de aquí!' Y se largó inmediatamente sin ayudarme. Parece que somos extremadamente serviciales, pero solo con los extranjeros".

Fue Alicia de Larrocha quien la animó a componer, aunque ella nunca se distinguiera por ello. Doy por hecho que nunca compuso nada, pero Ayako me corrige: «Componía prácticamente en secreto, como si le diese vergüenza no llegar a la altura de los músicos que interpretaba. Nunca quiso grabar su propio material, pero creo que ahora, a los seis años de su fallecimiento, va a empezar a salir a la luz».

Aunque 'Brightwater' es un disco para piano y cuerdas -una serie de paisajes sonoros cuya inspiración puede aparecer en cualquier lugar: "Me basta con la textura de unas piedras en Eivissa o un rincón de la Alhambra"-, Ayako adora también la música electrónica y solo tiene buenas palabras para su querido sintetizador Nord, así como para ese extraño instrumento -me dijo el nombre, pero no se me quedó- con mástil y teclado que no es una guitarra ni un piano, sino todo lo contrario. La mezcla de lo acústico y lo electrónico puede manifestarse en su próximo disco. De momento, 'Brightwater' se ha distribuido en una serie de países -lo edita el sello barcelonés Temps Record- y tiene todas las papeletas para convertirse en una rareza para exquisitos, lo que tampoco está nada mal en estos tiempos tan prosaicos.