RECONOCIMIENTO ARQUITECTÓNICO

La atalaya de los yayos

Pau Vidal, Ricard Galiana y Sergi Pons, ayer, en la terraza de la Diagonal que da acceso a su estudio.

Pau Vidal, Ricard Galiana y Sergi Pons, ayer, en la terraza de la Diagonal que da acceso a su estudio.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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La sensacional vista panorámica convierte a la Torre Júlia de la Via Favència en el nuevo bastión de Nou Barris y en una insólita atalaya de la ciudad posolímpica. Su edificación vertical se engloba en la urbanización de un solar residual derivado de la construcción de la Ronda de Dalt en 1992, año que en el ámbito urbanístico más influencia ha tenido en la Barcelona del siglo XXI.

El carismático inmueble, que abrirá sus puertas en julio, ha resultado ganador del premio Ciutat de Barcelona d'Arquitectura i Urbanisme por aportar acertados criterios y medidas prácticas a una vivienda tutelada con 77 apartamentos de alquiler de 40 metros cuadrados distribuidos en 17 plantas. Su destino es acoger a gente mayor con autonomía pero que precise de servicios comunitarios, tales como atención médica, enfermería y zonas de ocio compartidas.

No es una residencia. Más bien el paso previo, pero con un ambiente digno de los cálidos inviernos de Benidorm con zonas de gimnasia, baile, partidas de cartas, lavadora, tendederos, barbacoas y césped artificial para jugar con los nietos.

La obra une esbozos y resoluciones de Sergi Pons, Pau Vidal y Ricard Galiana, emergentes y jóvenes arquitectos que comparten estudio en una acogedora azotea de la Diagonal. Los tres forman equipo a la hora de presentarse a concursos públicos como la Torre Júlia, que comenzó como un proyecto para albergar a jóvenes y ha terminado siendo una casa para sus abuelos.

El jurado, encabezado por Carme Pinós y Josep Bohigas, ha valorado especialmente la manera cómo han convertido los espacios de comunicación en ámbitos de relación.«En Barcelona no hay antecedentes. No hay torres destinadas a la gente mayor», señala Pons, que agradece el apoyo del cliente, el Patronato Municipal de la Vivienda, a la hora de activar la estrambótica idea de destinar un edificio de 17 plantas a personas mayores.«Han confiado en nosotros. Nos han dejado trabajar con libertad y hemos podido construir pasillos y espacios comunitarios generosos», aseguran los tres.

La Torre Júlia emerge sin ensombrecer a ningún edificio en el mismo terreno donde se encuentra La Montañesa, el club de fútbol histórico de Nou Barris.«Los residentes tendrán vistas privilegiadas de los partidos», asegura. En la zona también habrá, además del mercado, una escuela, un centro deportivo con piscina, una residencia y, a su alrededor, la plaza que se está construyendo para dar acceso a los distintos equipamientos.

Salir de casa

La imagen de las escaleras en fachada le concede personalidad a su estructura. La torre se distribuye en tres paquetes de cuatro, donde cada comunidad organizará sus actividades.«Estos espacios son el corazón de una propuesta pensada para que los inquilinos se relacionen como si estuvieran sentados en la placita de un pueblo», explican Vidal y Pons. La idea es que los ancianos no se queden en casa, que se muevan, que suban escaleras, que compartan experiencias.

Los pasillos dan al exterior con lo que la luz, las vistas y la ventilación están garantizadas.«Huímos del núcleo cerrado y oscuro», detalla Galiana. Por su espíritu, la Torre Júlia recuerda a la Casa Bloc de Sant Andreu, alzada entre 1932 y 1939 para dignificar el piso obrero. En ese caso, también fueron tres tres jóvenes arquitectos -Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé y Joan Baptista Subirana- los que revolucionaron el concepto de vivienda social al idear este edificio racionalista que se avanzó a su tiempo.