Ciutat Vella: El arduo desafío de convivir con el turismo

Ciutat Vella está saturada de visitantes y su vecinos -cada vez menos debido a la difícil convivencia entre residentes y turistas- reclaman medidas de choque efectivas y urgentes. Esta radiografía abre una serie en la que EL PERIÓDICO retratará la realidad de los 10 distritos de Barcelona.

ESPACIO ABARROTADO La Boqueria, mercado 'colonizado'.

ESPACIO ABARROTADO La Boqueria, mercado 'colonizado'.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Aunque los vecinos tienen identificado un mal común, el turismo masivo, Ciutat Vella cuenta con muchas realidades. Mientras, pese a sus males, la Barceloneta "sigue siendo un barrio", rincones como el Gòtic se encuentran "en proceso de descomposición". Con esa dureza lo describe Teresa Picazo, de la asociación de vecinos del barrio. "En la Barceloneta todavía hay un tejido vecinal fuerte, se hace vida de barrio, en el Gòtic, en cambio, cada vez somos menos; los vecinos han ido siendo expulsados primero por la especulación y después por el turismo descontrolado, con lo que, además, tenemos mucha menos fuerza para denunciar nuestra situación", resume Picazo, nacida en el Gòtic.

Pese a esas realidades dispares, hay no pocas peticiones comunes, encabezadas, sobra decirlo, por repensar el actual modelo turístico, proteger el comercio de proximidad y «recuperar» el espacio público para la ciudadanía, ahora ocupado en gran medida por grandes terrazas y pelotones de turistas siguiendo un llamativo paraguas en alto.

Pese a que aún pueden verse viejas pancartas en no pocos balcones, lejos quedan las manifestaciones vecinales de los últimos años del gobierno local socialista, en las que, bajo el lema "Volem un barri digne"los vecinos denunciaban, de forma más o menos políticamente correcta, los problemas de convivencia con los entonces recién llegados inmigrates. El punto de mira ha cambiado. El nuevo sentimiento generalizado es que quien provoca los mayores problemas no es el foráneo que se instala en el barrio para vivir en él, sino el que viene para unos días, sobre todo si los riega con litros de sangría en el piso de encima.

Entre las medidas municipales del distrito regido por Mercè Homs los últimos cuatro años destaca el impulso del Pla Cor, con la intención de «recuperar» la Rambla para los barceloneses, objetivo aún lejano; y la creación del Pla Dintres, medida coercitiva para obligar a los propietarios de fincas en mal estado -mal que abunda en el distrito- a reformar los edificios. En el marco de este último plan y fruto de la privatización de la gestión de los aparcamientos, el municipio ha comprado varias fincas en la calle de Robador y Sant Ramon, en las que se ejercía la prostitución, con el compromiso de convertirlas en vivienda pública. El primer mandato de Trias pasará también a la historia de Ciutat Vella por la construcción de la marina de lujo en el Port Vell, no sin oposición vecinal, igual que por la modificación del plan de usos impulsado por el gobierno local anterior, que acotaba la apertura de nuevos hoteles.

Las reivindicaciones

Lourdes López, de la asociación L'Òstia de la Barceloneta tiene claro cuáles son las prioridades del barrio. "Necesitamos formación específica para que los jóvenes del barrio puedan trabajar en la industria que todavía tenemos. No puede ser que se apueste solo por el turismo. Tenemos industria portuaria y marinera, necesitamos que se fomente y que nuestros jóvenes tengan oportunidades reales de futuro", prosigue la mujer, quien también pone énfasis en la necesidad de fomentar la política de vivienda social. «Pedimos el cierre total del grifo de las licencias turísticas. Los pisos ilegales deben reconvertirse en pisos sociales», apunta López.

Está muy arraigado en el barrio marinero, sobre todo desde el estallido vivido el verano pasado, el mensaje de que "cada piso turístico supone un hogar menos para el vecindario". Lo deja claro Valentí Arena, lector de EL PERIÓDICO y presidente del club de balonmano de la Barceloneta. "El problema no está resuelto. Ahora con el buen tiempo llega lo peor", concluye este vecino, quien también reivindica una pista pública en condiciones en la que los vecinos puedan jugar. "Estamos usando la pista del colegio, pero no es cubierta y nos mojamos cuando llueve. Podrían invertir lo recaudado con la tasa turística en el barrio construyendo una pista cubierta, espacio en el barrio hay de sobras", concluye.

En cuanto a equipamientos pendientes en la Barceloneta, López pone otros dos temas sobre la mesa: la hoy por hoy decadente Clínica Barceloneta y la cooperativa Siglo XX. Quieren convertir el primer edificio, semiabandonado, en pisos tutelados para personas mayores, y el segundo en un equipamiento juvenil.

La mirada de Picazo desde el Gòtic es muy distinta. No habla desde el fragor de la batalla como lo hacen los vecinos de la Barceloneta, sino casi desde la tierra yerma tras la guerra (perdida). "Muchas de las personas que vivían en el Gòtic eran mayores con alquileres de renta antigua y el mobbing inmobiliario fue durante mucho tiempo una práctica habitual", relata la mujer.

A ojos de Maribel Ponts, lectora de EL PERIÓDICO y vecina del Raval, lo peor de la masificación turística es la inseguridad que genera. "Las estadísticas dicen que ha bajado, pero estoy convencida de que es porque la gente sabe que no sirve para nada y ya no denuncia", lamenta.

Contra la 'parquetematización'

Precisamente para luchar contra la parquetematización del centro, un grupo de vecinos creó el año pasado la iniciativa Fem Plaça. Algo tan revolucionario como organizar encuentros vecinales en las plazas como acción de denuncia de la excesiva ocupación del espacio público por parte de la industria turística y para fortalecer el tejido vecinal.

Maria Mas, de la Xarxa Veïnal de Ciutat Vella, habla sobre los mayores. «Una de las reivindicaciones históricas en el Casc Antic es la residencia para personas mayores. Tenemos tres centros abiertos que funcionan muy bien, pero ninguna residencia. No sería descabellado proyectar la residencia en el solar del hotel que Núñez quiere construir en el Rec Comtal», argumenta Mas, quien insiste en la necesidad de parar la construcción del citado hotel y de revertir el cambio del PGM promovido por el anterior gobierno para permitir la construcción de un hotel de lujo junto al Palau de la Música.

También preocupa el futuro de los jóvenes del distrito. «A muchos les hace falta una buena transición de la escuela al acceso al trabajo. Son chicos con ganas y necesitan oportunidades. El ayuntamiento ha de facilitarles orientación», reivindica Rosa Balaguer, directora general del Casal dels Infants del Raval.