EL PATRIMONIO NATURAL DE LA CIUDAD

Árboles con historia

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la calle de Velázquez de Barcelona, cerca de la plaza de Lesseps, las protestas vecinales evitaron en el año 2006 que cuatro palmeras altísimas fueran trasplantadas -como pretendía el ayuntamiento- para ampliar el número de carriles de la calzada. Alegaban que las palmeras sufrirían en caso de acometerse el traslado, pero ante todo querían que siguieran como siempre las habían visto: junto a la entrada de la residencia geriátrica del Refugi d'Obreres. Las palmeras de Velázquez forman parte desde entonces del catálogo de árboles de interés local de Barcelona.

Los árboles, los mayores seres vivos de la ciudad, alcanzan en ocasiones un valor estético, histórico o botánico que los convierte por méritos propios en elementos del patrimonio urbano barcelonés, como si fueran viviendas, fuentes o iglesias singulares. Los ejemplares que gozan de reconocimiento en el catálogo municipal son 138, aunque la mayoría viven ajenos a la fama, a menudo en rincones alejados del bullicio, como las tipuanas de la plaza de Sant Felip Neri -ahora en floración-, un inmenso eucalipto del parque de la Oreneta o el azufaifo del palacete Albéniz, en Montjuïc. En la ciudad hay unos 150.000 árboles de alineación en las calles, pero la gran mayoría son ejemplares jóvenes de tronco estrecho y a lo sumo 30 años.

SIMBOLISMO / Las palmeras de la calle de Velázquez, que son exactamente washingtonias de California (Washingtonia filifera), cumplen el requisito del valor histórico, con una edad de 110 años y un simbolismo vecinal fuera de dudas, pero además tienen un interés estético, explica Jordi Santiago, jefe de Protección del Verde Urbano. Los cuatro troncos emergen tan juntos y son tan altos que ha sido necesario apuntalarlos.

En la cercana plaza de Molina hay otros tres árboles catalogados, en este caso por su rareza: son hoy en día los únicos ejemplares en Barcelona de siris blanco (Albizia procera), una especie tropical originaria de Asia con pequeñas flores globosas de color blanco. Antes se encontraban en otro emplazamiento de la misma plaza, pero se trasplantaron al realizarse unas obras del intercambiador de ferrocarril. A falta de una fecha conocida de plantación, Santiago estima que son de los años 30 del pasado siglo, momento en el que se ajardinaron varias plazas de la ciudad con especies exóticas.

El catálogo de árboles y palmeras singulares, que echó a andar en 1983, cambia con el paso del tiempo porque la muerte no respeta ni a los ejemplares más conspicuos. Recientemente murió tumbada por el viento unaAlbiziacentenaria que crecía en el Jardín de Aclimatación de Montjuïc. Las dos últimas incoporaciones son de origen australiano: la primera es una grevillea, posiblemente la mayor de la ciudad, que crece en el recuperado jardín de los Drets Humans, en el distrito de Sants-Montjuïc; la otra es una rara araucaria (Araucaria bidwilli)que vegeta prácticamente escondida en un recodo de los jardines del Teatre Grec.

Como no hay ningún registro botánico, es difícil determinar cuál es el árbol más viejo de Barcelona, aunque Santiago considera que muy posiblemente sea un olivo de alguna propiedad privada, quizá con 200 años. El catálogo incluye diversos especímenes centenarios, algunos resultado de las plantaciones hechas por indianos que regresaban tras la derrota en Cuba y querían jardines vistosos. Otros son simplemente la herencia de grandes fincas burguesas como el Laberint o la Tamarita. Sin embargo, cuando realmente se apostó por el coleccionismo fue en los años 20 y 30, con el ajardinamiento de Montjuïc y la creación, entre otros parques, del antiguo Jardí Botànic. Justamente allí es donde viven, casi anónimos, los mayores árboles de Barcelona: un tulipero de Virginia y un carpe. ¡Miden 30 metros de alto!