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Aquella ciudad del descanso

Un proyecto de los años 30 ya hablaba de poner en marcha un gran complejo vacacional para la clase trabajadora en esta zona

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M. B.
BARCELONA

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Muchos años después se instalaron en el lugar todos esos cámpings, pero cuando allí no había nada, ni un ladrillo, solo estanques y lagunas, se sabía o se intuía que aquí la gente vendría a descansar. A muchos no les sonará de nada, pero en Gavà y alrededores saben que a principios de los años 30 se constituyó en Barcelona la Cooperativa Popular La Ciutat de Repòs i de Vacances, y que su razón de ser era levantar un gran complejo vacacional para la clase trabajadora de la ciudad; y hacerlo allí, exactamente, en el litoral del Baix Llobregat.

Las vacaciones y el veraneo eran conceptos que el proletariado apenas estaba descubriendo, y el proyecto de aquella ciudadela era la respuesta a lo que alguien muy visionario entendió que tarde o temprano ocurriría: que el turismo acabaría por masificarse. «Es ya un principio aceptado en nuestra nación el derecho de todo trabajador a un periodo de vacaciones -escribía Francesc Roca en los Cuadernos de arquitectura y urbanismo, en 1934, en un párrafo que dotaba de contexto al proyecto-. Es necesario presentar una serie de atractivos para estas vacaciones, de manera que las masas obreras tengan un plan para su buen aprovechamiento y para que sean plenamente efectivas».

Formaba parte de algo más grande. Unos años antes, en 1929, se había formado en Barcelona el Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (Gatpac), cuyos integrantes idearon un plan para el crecimiento urbanístico de la ciudad. El Plan Macià, que fue como se llamó, era territorialmente hablando un proyecto ambicioso, que incluía ideas sobre la utilización de las tierras al sur de Barcelona, algunas no del todo descabelladas como la construcción de un aeropuerto o una zona industrial. También se hablaba de una ciudadela vacacional. El proyecto llegó a estar tan perfilado que se sabía que esa futura ciudad de las vacaciones estaría dividida en cinco zonas: Zona de baños, Zona para fin de semana, Zona de residencia, Zona para cura y reposo y Zona de cultivo. El contexto histórico y social era tan singular que Roca se expresaba de este modo sobre la hoy absolutamente normal escapada de fin de semana, que era uno de los tipos de turismo que la ciudadela estaba destinada a absorber: «La práctica de salir fuera los días festivos hace tan solo un par de años que está tomando forma en nuestra ciudad, y en estos dos años se puede observar el incremento que se ha producido».

Nueve mil entusiastas barceloneses estamparon sus firmas en el libro de visitas abierto con ocasión de la exposición del proyecto en los bajos de la plaza de Catalunya, en la primavera de 1933. Pero, como tantas otras cosas, el estallido de la guerra dejó el proyecto en nada.

Segundas residencias

Y, sin embargo, años más tarde la zona se había convertido en «la más grande concentración de cámpings de España», como proclamó en su día un diario de Madrid, un lugar extraordinario para los campistas porque estaba cerca de Barcelona, y todos aquellos cámpings, además, estaban en primera línea de mar. Ideal. Muchos están dispuestos a afirmar que fue sin duda una Meca del mundo de la acampada, y a recordar por si las dudas que, al igual que ellos, miles de barceloneses establecieron allí lo que en la práctica eran sus segundas residencias, y que se instalaban allí de mayo a octubre, acaso por el placer de andar más de medio año en bañador. El auge tuvo lugar entre los años 70 y 90, cuando la efervescencia se podía medir no solo en las cifras de ocupación (cabían 25.000 personas a la vez) sino en el caldo de las procedencias, porque había gente de toda España, muchos franceses, algunos italianos y una cifra respetable de holandeses, y visitantes en general de toda Europa. «La Ballena Alegre y El Tres Estrellas eran los preferidos por los extranjeros», recuerda José Mateo, vecino de El Prat, jubilado, campista desde la juventud. Ahí estaba. La ciudadela, el sueño, años después, en marcha. Las cosas salen como salen.