LOS TENTÁCULOS DE LA 'SMART CITY'

Aparcar con el teléfono

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Una aplicación de móvil permitirá conocer qué plazas de zona azul y verde están disponibles en las calles de la ciudad. El aparcamiento inteligente en superficie llega a Barcelona gracias a unos sensores que informan de los lugares en los que hay huecos libres para dejar el coche, como los que controlan algunos aparcamientos subterráneos, con luces verdes y rojas según convenga. Toda esta información permitirá al ayuntamiento conocer más y mejor el comportamiento del tráfico para luego tomar medidas que doten de mayor fluidez a la circulación. Pero ojo, el teléfono es una de las principales causas de distracción al volante.

La smart city aplicada a la movilidad tiene el reto de descongestionar las grandes ciudades. En la capital catalana, el 17,8% de los conductores que circulan en día laborable buscan sitio para aparcar, un fenómeno conocido como tráfico de agitación. La cifra surge de un estudio de BSM encargado en el 2012, y puede que de ahí mismo saliera la idea y la necesidad de agilizar la búsqueda de una plaza para estacionar.

La prueba piloto se hará en Les Corts, entre Gran Via de Carles III, avenida de Sarrià y Travessera de Les Corts. Este es el distrito que dirige el teniente de alcalde de Hábitat Urbano, Antoni Vives, y suele usarse como campo de pruebas de todo lo que tiene que ver con la ciudad inteligente. En diciembre deberían estar colocados los 500 sensores previstos, que también se instalarán en plazas de carga y descarga, paradas de taxi y estacionamientos para personas con discapacidad. Todo el plan tiene un coste de 140.000 euros.

La aplicación para móvil debería estar disponible en un plazo de nueve meses, y permitirá conocer la información sobre disponibilidad en tiempo real. Esto genera cierta inquietud sobre las circunstancias en las que el ciudadano hará uso del invento, lo que lleva una vez más a reflexionar sobre la necesidad de lanzar proyectos con una reflexión previa sobre los hábitos sociales. De nada servirá, por ejemplo, que el usuario chequee la app antes de arrancar, pues cuando llegue, dado el alto nivel de rotación en el párking en superficie, puede que los datos de hace 20 minutos hayan quedado obsoletos. Esto podría generar que muchos de los que recurren a la aplicación opten por comprobar el estado de la zona azul sobre la marcha, esto es, mientras conducen por las calles de Barcelona. Un dato a tener en cuenta: desde enero, las distracciones al volante se han convertido en la principal causa de accidentes de tráfico con víctimas en España, el 26,4% del total.

La voluntad del ayuntamiento es que la aplicación se integre en dispositivos como el GPS, o que incluso el teléfono haga esa función y que sea una voz la que vaya informando sobre el estado del aparcamiento. Eso, sin embargo, si el proyecto se extiende por toda la ciudad, podría generar una cierta dependencia del teléfono, y por lo tanto, una necesidad de consultarlo de manera constante mientras el foco debe estar en la calzada. Esta peligrosa práctica, sin duda, sería mucho más perjudicial que ese 18% de tráfico de agitación.