PROCESO POR UN ASESINATO EN GRÀCIA

Angie apunta al novio de la víctima del 'crimen perfecto'

María Ángeles Molina, Angie, poco antes de comenzar su declaración en la Audiencia de Barcelona, ayer.

María Ángeles Molina, Angie, poco antes de comenzar su declaración en la Audiencia de Barcelona, ayer.

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Tras lograr aplazar el juicio el pasado enero renunciando a última hora a su abogado, María Ángeles Molina, Angie, la mujer acusada del que este diario bautizó como elcrimen perfecto, regresó ayer al banquillo. Con un relato frío en el que dio explicaciones de todo tipo, algunas rozando lo rocambolesco, negó haber matado a su amiga y excompañera de trabajo Ana María Páez para cobrar los seguros de vida que había contratado suplantando su identidad, se escudó en que no necesitaba dinero porque gozaba de un alto nivel económico, y desvió la atención hacia el novio de la víctima, asegurando que la pareja tenía problemas.

Vestida con camisa blanca, chaqueta y pantalón negros, altos tacones, luciendo una planchada melena, siempre sin vacilaciones y a veces haciendo uso de un tono desafiante, Angie, que se enfrenta a 24 años de cárcel, señaló en la Audiencia de Barcelona que el día en el que se cometió el crimen en un apartamento de Gràcia, el 19 de febrero del 2008, había viajado a Zaragoza a buscar las cenizas de su madre y que cuando regresó fue a unos grandes almacenes donde estuvo hasta que cerraron, las 22.00 horas, buscando un regalo para su compañero, y que luego fue a un local abierto las 24 horas a comprar yogures para cenar en su casa.

El fiscal sostiene que Angie había quedado aquella noche a cenar con la víctima, a la que durmió con cloroformo y asfixió hasta matarla con una bolsa de plástico, dejando pistas falsas, ya que para simular que se trataba de un móvil sexual esparció en la boca y en la vagina el semen que había obtenido de dos gigolós.

CLOROFORMO PARA UN CANDELABRO / La acusada intentó desacreditar la mayoría de pruebas que la incriminan. Por ejemplo, señaló que el cloroformo que encontraron en su casa lo compró para reparar un candelabro de plata, tal y como le había recomendado un carpintero, y que las búsquedas realizadas en internet sobre esa sustancia debió de hacerlas su hija para un trabajo escolar con ratones, así como argumentó que el DNI de la víctima, que la policía encontró en su casa, se lo había olvidado allí Páez. Lo que no pudo explicar, y respondió con un «no lo sé», es por qué tanto los gigolós como los empleados de bancos y aseguradoras la reconocen como quien firmó contratos en nombre de la víctima.

Angie y su abogada desviaron la atención hacia el novio de la víctima. La acusada aseguró que su amiga le había confesado que tenían problemas y que eran tantas sus ganas de ser madre que estaba dispuesta a tener hijos con otro, ya que él no tenía tanta prisa. También dijo que este le había llamado para preguntarle si sabía si le era infiel, un extremo que el novio de la víctima negó en la sala, así como rechazó que tuvieran una crisis de pareja.

Para intentar desmontar el móvil económico, la acusada aseguró que disfrutaba de un alto nivel de vida y señaló que tenía un sueldo fijo de 3.000 euros mensuales más incentivos, cobraba un alquiler de 3.000 euros de su antigua casa de Las Palmas, percibía una asignación anual por parte de su padre de 100.000 euros y había recibido una herencia al morir su marido de entre 1,8 y 2,4 millones de euros.

Al acabar la primera sesión del juicio, que continuará hoy, algunos de los asistentes se dirigieron a la acusada, cuando se retiraba esposada y custodiada por los Mossos, con gritos de «asesina».