Iniciativa privada en Montjuïc

Altibajos olímpicos

La enormidad del anillo ha sido un reto constante para la BCN hija del 92 con un uso desigual del estadio y el Sant Jordi en casi 25 años

Seguidores de The Rolling Stones en un concierto de la banda británica en el Estadi Olímpic.

Seguidores de The Rolling Stones en un concierto de la banda británica en el Estadi Olímpic.

RAMON COMORERA
BARCELONA

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La historia de la Barcelona olímpica ha sido un relato de éxito durante y después del que constituye el acontecimiento universal por antonomasia del mundo moderno. Semejante triunfo ha podido ser, sin duda, más justo o equitativo pero nadie discute que lo ha sido. El cóctel de transformación urbana y proyección exterior, con su carga de impulso económico pero también de turismo masivo, llega hasta hoy y sigue adelante.

Con las cuentas millonarias liquidadas según lo previsto y sin problemas, queda el legado de las grandes instalaciones levantadas o bien recuperadas para una ocasión de tan solo 15 días, eso sí fervorosos y muy televisivos. Entre ellas destacan las del anillo olímpico de Montjuïc, la mayor de las áreas del 92. La construcción del Palau Sant Jordi y la brillante recuperación del olvidado estadio de la Exposición Internacional de 1929 abrieron con su enormidad el reto de la utilización ciudadana continuada y sostenible. El balance de casi un cuarto de siglo muestra altibajos, una explotación deficitaria y un mantenimiento que con toda lógica está y estará siempre presente en los presupuestos públicos, salvo privatizaciones, claro está.

Los gobiernos municipales que se han sucedido desde ese agosto de amigos para siempre han actuado para mantener con vida semejantes recintos. Unos equipamientos ubicados, además, en un entorno alejado de la urbe y que siguen teniendo como gran asignatura pendiente un transporte colectivo adecuado, léase metro y prolongación de la L-2. Subir al Olimpo barcelonés no es fácil hoy mismo a pesar de los 20 tramos de escaleras mecánicas que como insólito sucedáneo se instalaron pocos meses antes de los Juegos. El casi salvaje aparcamiento que a menudo se produce, y se tolera, junto al Palau Sant Jordi delata la inexistencia de un plan y de unos medios de movilidad imprescindibles.

El Estadi Olímpic, Lluís Companys desde el 2001, tiene 55.000 localidades, hasta 70.000 si se ocupa la pista, y algunos centenares más en las salas y dependencias interiores que se alquilan para actos especiales. En estos 25 años ha acogido una treintena de grandes conciertos, (Springsteen, The Rolling Stones, Shakira), además de fiestas multitudinarias como la cita infantil anual del Club Súper 3 de Televisió de Catalunya.

FÒRUM / De 1997 hasta el 2010 registró el uso más continuado al ser el campo propio de juego de un Espanyol huérfano de Sarrià. La perspectiva de estas dos décadas, sin embargo, revela un uso decreciente, y más acentuado en los últimos años, de hasta el 50%. La organización en el recinto del Fòrum de actos masivos diversos coincide con este declive.

La trayectoria del Sant Jordi y su aforo de hasta 18.000 personas, incluidas las estancias anexas, es mejor en número de actos y afluencia. Pierde fuelle histórico pero en algún balance anual supera al vecino y tiene repuntes. En las antípodas están los casos de Atenas, centros abandonados, Montreal, 30 años de deudas, o Los Ángeles, máxima privatización. Pero los asientos y espacios vacíos durante meses siguen en el Olimpo barcelonés.