Carne de pato insalubre

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GUILLEM SÀNCHEZ / SANT VICENÇ DELS HORTS

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Dos agentes de la Policía Local de Sant Vicenç dels Horts acudieron a un domicilio de esta población porque junto a este inmueble crecían varias plantas que parecían ser de opio. Pero las plantas dejaron de preocuparles cuando descubrieron en el interior más de 1.000 kilos de carne de pato y de pollo amontonados por los rincones y en evidentes condiciones de insalubridad

La policía local contactó con los Mossos d'Esquadra y con inspectores de Salut para registrar a fondo esta casa particular. Fuentes cercanas aseguran que lo que encontraron era “una barbaridad”. El matrimonio de origen chino a cargo de este almacén clandestino incluso residía dentro del mismo local, haciendo vida entre paquetes de carne distribuidos por todas partes, también en el baño.

Cocinaban la carne dentro de tres grandes ollas industriales. Tras la cocción, la envasaban al vacío o la metían dentro de fiambreras de plástico. Los envases los refrescaban únicamente con un ventilador y las fiambreras dentro de neveras. La trampa final de esta producción era el sistema de etiquetaje que habían diseñado. Disponían de impresoras para inscribir en sus propios adhesivos la información que habían copiado de una etiqueta legal y decidían con su sello la fecha de caducidad que más les convenía. 

LOS REQUISITOS

Las leyes que regulan el sector alimentario, y más concretamente el cárnico, componen un surtido de requisitos que traen de cabeza a la industria. Las empresas tienen que darse de alta en el registro sanitario para entrar en la órbita de los inspectores de la Generalitat que las visitan regularmente para efectuar controles de calidad.

Estos exámenes supervisan, entre otras cosas, que cumplen los parámetros de trazabilidad para conocer en todo momento el recorrido de cada unidad -desde la granja hasta el plato del cliente-, la normativa de controles del frío -que dictamina que debe ser congelada a menos de 18 grados bajo cero y refrigerada a menos de 4 grados-, y, si se cocina, que el punto más interno de cada pieza alcance una temperatura superior a los 65 grados. El espacio donde todo esto ocurre, además, debe ser escrupulosamente desinfectado y el agua utilizada para cocinar tiene que encajar dentro de una analítica más exigente que la que determina la potabilidad en un hogar. A los inspectores de sanidad presentes en el registro policial se les puso un color de piel parecido al del pato envasado. 

El hombre y la mujer a cargo del almacén clandestino, empadronados en Sant Vicenç, fueron arrestados y se negaron a declarar. Por eso los Mossos han iniciado una investigación para averiguar a qué restaurantes se dirigía esta comida. Las sospechas apuntan a que los detenidos eran tan solo unos peones de una organización más grande que cuenta con negocios propios que ya conocen la procedencia de la carne que sirven. A los dos sospechosos se les ha imputado un delito contra la salud pública. Recibirán también un buen paquete de sanciones que interpondrán los inspectores de sanidad, cuando se recuperen del susto.