Alba Hierro: "El viernes me voy de Sant Antoni"

Una vecina deja el barrio por el alza de los alquileres y, en su despedida, resume y simboliza el mal de la gentrificación que aqueja a la ciudad

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CARLES COLS / BARCELONA

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Los franceses tienen una palabra perfecta para lo que viene a continuación, ‘dépaysement’, que es una lástima pero no tiene una traducción fiel. Es una suerte de tristeza por no sentirse ya de un lugar, pero no porque uno haya cambiado, sino porque lo ha hecho el país, la ciudad, el barrio… ‘Le dépaysement’ es la epidemia que aqueja a los vecinos de Sant Antoni, barrio de moda desde hace un tiempo y, en consecuencia, inmerso en un proceso de alza de precios tal vez más acentuado que el del resto de la ciudad. Se puede explicar con cifras, pero a veces un caso lo explica todo. Alba Hierro deja este viernes 17 de febrero su piso de 40 metros cuadrados de la calle de Villarroel porque el arrendatario le sube la renta un 30%. Antes de la mudanza, ha decidido compartir en Facebook su diagnóstico sobre la desarticulación del tejido social en curso en Barcelona. El Manifiesto de Hierro. Así podría ser bautizado.

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Esta doctora en matemáticas que ahora se traslada a Sants y, después, quién sabe, porque se va al piso de un amigo al que le queda solo un año y medio de contrato, se refiere ya a su generación como los nómadas urbanos, a los que se les impide echar raíces aunque quieran hacer vida de barrio, como sus padres.

ARQUITECTOS DE EMERGENCIA

Hace una semana, una cincuentena de arquitectos del Eixample se reunieron en el auditorio de la sede del distrito para arrimar el hombro y diagnosticar qué le sucede a este distrito y qué soluciones se pueden adoptar. Fue una primera toma de contacto. En ella participó entusiastamente Sebastià Jornet, profesional y profesor de arquitectura. “Los hijos de los que estamos aquí no podrán vivir en Barcelona”, auguró, si nadie le pone remedio. Lo ocurrido en el Gòtic y la Barceloneta, los primeros espacios ‘invadidos’, solo fue el principio de un proceso de mancha de aceite que aún prosigue.

Al principio, las advertencias de los expertos recibieron la atención que los troyanos dieron a Casandra. Poca o ninguna. Hoy, las espadas están en alto, y, como ejemplo, otro episodio recogido de Facebook y que tiene también Sant Antoni como epicentro.

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“¡Hola!, mi nombre es…, coordinador de fotografía para las guías de Airbnb. Te escribo porque Airbnb está interesado en mostrar tu establecimiento como un destino destacado en sus futuras guías interactivas de Barcelona”. La carta iba dirigida a Isabel Sucunza, alma de una de las librerías más entrañables de la ciudad, la Calders, antigua fábrica de botones donde ahora el empeño es apasionar a los demás por la lectura. ”Me preguntaba si tendrías algunas imágenes de prensa que podrías enviarnos para ser incluidas en la guía”, proseguía la misiva. Inocente.

“¿Tú sabes el problemón que tenemos ahora en el barrio (y en toda Barcelona) con los pisos turísticos? Ni de coña queremos que la librería aparezca en una guía turística elaborada por una de las plataformas que los fomentan. Ni hablar. Buscad otra”. Firmado, Isabel.

El pulso en la redes en esta batalla del ‘dépaysement’ no cesa. Las fuerzas, es cierto, no están equilibradas. Tiene algo de la carga de la Brigada de Caballería Pomorska contra los tanques blindados alemanes, ineficaz, pero no falta de entusiasmo.

LA GUINDA

Alba Hierro, desde este viernes nueva vecina de Sants por obligación, tuvo tiempo cuando cerraba las últimas cajas de su piso de Villarroel de atacar por Twitter. Se encontró en la puerta de su finca la tarjeta de un comercial. “Grupo inversor inmobiliario. Compramos pisos en Barcelona, zona Eixample. Reserva económica inmediata. Valoración gratuita”. A Alba, no obstante, le llamaron la atención sobre todo las últimas dos palabras: "Máxima discreción". Como si fuera un pecado. Que según y cómo…