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Ni aislados ni inhóspitos

Los nuevos 'skateparks' buscan integrarse en el entorno e incluir todos los deportes con ruedas

Usuarios del parque deportivo urbano de la Mar Bella, el sábado por la mañana.

Usuarios del parque deportivo urbano de la Mar Bella, el sábado por la mañana.

NATÀLIA FARRÉ

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Piscinas y dunas. ¿Resort turístico? No. Parque deportivo urbano, que no es otra cosa que la jerga que el ayuntamiento -el saliente, se entiende- se inventó en el 2013 para bautizar a los skateparks de toda la vida. ¿El cambio de nombre? Un intento de hacerlos más integrados en la ciudad y más inclusivos. Y así alejarlos del estigma de zonas aisladas e inhóspitas que siempre ha acompañado a las instalaciones creadas ex profeso para la práctica del monopatín. Las primeras fueron levantadas hace años, cuando las plazas duras convirtieron Barcelona en una meca del skate y las autoridades intentaron -en vano- poner remedio al terror de los vecinos a morir atropellados por jóvenes con gorra en la cabeza y tabla de madera en los pies alejándolos de la calle.

Las piscinas y dunas de reciente creación están frente a la playa de la Mar Bella. Y son de hormigón. Hormigón pulido y realizado manualmente, y hormigón que se funde en el paisaje. «El objetivo es convertir esto en un espacio público de calidad». Es decir: «Con buena integración con el entorno y con carácter inclusivo», afirma el arquitecto Oscar Blasco que, junto a Sergi Carulla, es el autor de estos nuevos parques. «Nada que ver con los skateparks tradicionales ajenos al paisaje y realizados con plataformas de hormigón prefabricado que no tienen en cuenta la relación con la ciudad». Y nada que ver con el recién estrenado Skate Agora de Badalona, 5.000 metros de pista gris reluciente que forman un equipamiento de primer orden pero que carecen del valor añadido del concepto paisajístico. En la Mar Bella el paisaje es todo uno: dunas y olas, skaters y surfistas. Todo se funde. Y todos caben: los que pasean, los que miran, los que descansan, los que ven en las ruedas un deporte -llámense skaters, riders de BMX, o usuarios de patinete y patines en línea- y los que optan por jugar. Son las nuevas plazas del futuro: integradas e inclusivas.

Las dunas no necesitan mucha explicación. La fusión en el entorno las justifica. Y las llamadas piscinas responden a la manera original de deslizarse sobre un monopatín, cuando allá por los 50 y 60 los surfistas californianos pusieron ruedas a sus tablas para pasar el rato cuando la calma del mar los echaba del agua. Una fuerte sequía actuó de aliado: las piscinas se vaciaron y los surfistas se dedicaron a patinarlas imitando el movimiento de las olas. Nació el old style. El que se practica en la Mar Bella. Pero este no es el único parque deportivo urbano de nueva hornada. Están también el de Nou Barris -cuya apresurada inauguración ha comportado algún problema de factura- y el de Les Corts. Este último la gran esperanza blanca para sacar a los skaters de la calle. O por lo menos lo era para el antiguo gobierno municipal. El que vendrá amenaza con derogar la ordenanza cívica. La misma que multa a los que utiliza el pavimento y el mobiliario para algo más que andar o sentarse.

Una plaza, aunque extraña

Y es que el parque de Les Corts tiene más de streetstyle que de old style. O lo que es lo mismo, el parque reconstruye los elementos míticos que convierten a Barcelona en el sanctasanctórum de los skaters del mundo que apuestan por superar obstáculos urbanos. Todo integrado, por supuesto. «Hemos cogido los elementos míticos, los hemos deformado y los hemos fusionado. Cuesta distinguir lo que es nuevo de lo que ya existía», explica Blasco. El resultado no es una instalación deportiva inhóspita y alejada sino «una plaza aunque extraña». Ahí están reconstruidos el muro del Macba, las plataformas del Paral·lel, los bordillos de la plaza dels Països Catalans, los planos inclinados del Arc del Trionf y los bancos de la plaza Universitat. Todos llenos de skaters. Los originales, también.