METAMORFOSIS DE LA CALLE MÁS LUJOSA

Adiós a la sastrería de Dalí

El escaparate 8 En el vidrio del aparador se anuncia la liquidación por cierre del establecimiento ubicado en la Pedrera.

El escaparate 8 En el vidrio del aparador se anuncia la liquidación por cierre del establecimiento ubicado en la Pedrera.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La sastrería Mosella, que ha vestido desde a Salvador Dalí hasta a Leo Messi, cierra a finales de noviembre tras 83 años con las puertas abiertas en la planta baja de la Pedrera. La tienda de la concurrida fachada que da al paseo de Gràcia es, después de Furest -que se instaló en 1917-, la segunda más antigua de la lujosa calle barcelonesa. Curiosamente ambas son empresas familiares especializadas en la venta de moda masculina, pero rodeadas, desde finales del siglo XX, de feroces multinacionales del diseño internacional que facturan cifras millonarias.

Carles Mosella, el fundador, trasladó en 1929 su tienda-taller ubicada en un piso de Rambla de Catalunya a la Casa Milà, en la fachada orientada al suroeste con 630 metros cuadrados de superficie y nueve balcones. Originariamente Antoni Gaudí destinó la planta baja a carbonera. Era un espacio acordonado por preciosas rejas de hierro forjado, obra de Santiago Oriol, un artesano de Gandesa que seguía al pie de la letra las pautas marcadas por el arquitecto. Las verjas fueron retiradas en 1928 cuando la propietaria Roser Segimon, esposa de Pere Milà, decidió alquilar la planta baja a comercios, algo a lo que en un principio se mostraba reacia. Uno de los enrejados acabó en manos de un norteamericano y ahora es una de las joyas que exhibe el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

Futuro en ventas on line

La tienda-taller, de 200 metros cuadrados, confeccionó trajes a medida para ilustres políticos y empresarios, entre ellos los desaparecidos Juan Antonio Samaranch, Carlos Ferrer Salat y Pere Duran Farell. Otra de sus especialidades son los exclusivos jerseys y bufandas de cachemir, que piensa seguir vendiendo a través de su página web.

Durante estos años, Mosella ha sido el único negocio que ha perdurado en la Pedrera. Los locales de la esquina de Provença han tenido varias vidas. Hoy en ese espacio se encuentra la librería y tienda de objetos de arte y de regalo de Laie, una de las más visitadas por los turistas. Pero antes había acogido la lencería Marbel, el colmado Solé, un mercadillo, dos bares, una granja y una sucursal de la joyería Aureli Bisbe.

La Fundació Catalunya Caixa, propietaria de la Pedrera, que actualmente celebra su centenario, ha llegado a un acuerdo con Albert Mosella, el nieto del fundador, para dejar de ser inquilinos del local a finales de noviembre.

Con ello, la Casa Milà reconducirá las vías de acceso abriendo por vez primera una tercera entrada en el paseo de Gràcia.«De esta manera se aligerarán las colas para visitar la Pedrera», explica Marta Lacambra, directora general de la Fundació Catalunya Caixa.

Cuando finalicen las obras de construcción del nuevo acceso con vestíbulo y guardarropía, parte de la espera transcurrirá en el interior del edificio. Además el público que asista a actividades y a talleres entrará por la puerta de la fachada de la calle Provença.

Quedan pocos establecimientos que superen el medio siglo de vida en el paseo de Gràcia. Furest, el local más antiguo, es hijo de la empresa fundada en 1898 por Estanislao Furest, hermano del médico homeópata que descubrió del Vichy Catalán. Bel y Cía, que empezó también dedicada a la moda masculina, se trasladó en 1940 entre Diputació y Gran Via. Le siguen Santa Eulàlia, la joyería Bagués y la librería francesa Jaimes.