Las abuelas danzarinas de Arc de Triomf

Casal de Barri Pou de la Figuera. Son las nueve de la noche. Abres la puerta y te llega una oleada de pop pegadizo que te suena a chino. A chino de verdad. Ocho mujeres bailan una coreografía más propia de una discoteca a última hora: una mezcla del ‘Gangnam style’ y ‘La Macarena’. Un, dos, tres, cuatro pasos hacia delante y a agitar el brazo derecho compulsivamente con pose de Beyoncé. Media de edad: cincuenta y tantos. 50 es la edad de la jubilación en China. Las llaman “las abuelas danzarinas”.

“Todos los chinos saben esta canción”, informa Aimin, una de las bailarinas. ‘Xiaopingguo’, se llama el tema. “Pequeña manzana”, traduce al formato occidental. Si se teclea en Google, aparecerán unos Adán y Eva que parecen Los Morancos poseídos por el rapero del ‘Gangnam style’. De hecho, hace dos años que la canción se replica por YouTube como “el ‘Gangnam style’ chino”.

COREOGRAFÍAS BAJO EL ARC DE TRIOMF

Hoy han venido todas las “abuelas danzarinas” con sus camisetas oficiales. Enseñan orgullosas las letras chinas que llevan a la espalda: “Grupo de baile de Arc de Triomf de Barcelona”, traducen. Bajo el arco han estado bailando cada semana desde hace tres años. Hasta hace apenas seis meses, que se trasladaron al casal. “Aquí mucho mejor”, asienten.

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Lo que hacen estas mujeres se llama ‘guang chang wu’. Significa “bailar en plazas públicas”. En China se practica tanto como el taichi. 100 millones de personas –calculan algunos medios- se echan a bailar coreografías en la calle cada atardecer como si vivieran en un musical.

“Mi hermana con 50 ya está jubilada”, justifica Aimin el fenómeno danzarín. “En China se jubilan con 50”, añade. “Así que las mujeres tienen mucho tiempo, hijos ya grandes, y no tienen estos centros, como en España, por eso están en la calle”. Aimin (47 años) es la única del grupo que no habla español a trompicones. Lleva en Barcelona desde el 91. “Tengo 3 niños, todos catalanes”, sonríe. “En casa hablan catalán”.

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“Abuelas danzarinas”, las llaman. Hay mujeres que bailan con 70 y 80 años, aseguran. “Bailan abuelas y muchas jóvenes también”, puntualiza Aimin. De hecho, en este grupo solo hay dos abuelas: Chu Lan (52 años, 4 nietos) y Ya Jun (58 años, 2 nietos). Ninguna alumna baja de los cuarenta y muchos. Y todas aparentan 10 años menos. “Eso es por bailar”, dice sonriendo Haimei (47 años).

DISPAROS AL AIRE PARA DISOLVER A ABUELAS DANZARINAS

Las abuelas danzarinas llegaron a aparecer en las noticias hace dos años: en China los vecinos se hartaron de la música callejera con exceso de decibelios. Hubo quien llegó a disolverlas con disparos al aire e incluso tirándoles excrementos. Aquí los vecinos jamás se han quejado, menean la cabeza. Bajo el arco más bien se convirtieron en carnaza para turistas con palo selfi.

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¿Que por qué bailan ellas? “Para la salud y la felicidad”, asegura Quin Li, la profesora e ideóloga de las coreos. Lo dice en chino, apenas habla español. “Poco, poco”, es lo único que responde en castellano. “Sus alumnos son todos chinos y no tiene tiempo de estudiar español”, traduce Gaëlle Patin, responsable de programas interculturales de Casa Àsia, que es quien localizó a este grupo de abuelas danzarinas. Las únicas de Barcelona, aseguran ellas.  

Quin Li tiene 60 años. En China era bailarina profesional -cuenta a través de Gaëlle- y empezó a dar clases cuando se casó. Lleva 4 años en Barcelona y antes estuvo 5 en Madrid. ¿Que por qué se vino a España? “Por mi hija”, responde. “Con 5 años ya tocaba el violín –añade Aimin-. Está en un colegio famoso de Madrid. Sofía…”. ¿La Escuela de Música Reina Sofía? La profesora asiente.  “Mi hija”, dice Quin Li -esta vez en español- mientras enseña una foto de su móvil: su hija posa con la reina Sofía. 

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Aquí, por cierto, no se escucha ni un pitido de Whatsapp. Todas usan Weixin, la versión china, mezcla de Whatsapp y Twitter.

Ahora el grupo se pone a bailar con sombrillas chinas -las tradicionales de papel-. Del pop pasan a música tradicional. Jurarías que va a entrar ‘Mulan’ de un momento a otro. “Es difícil”, resoplan. Tardan en aprender –se excusa Haimei-, bailan solo una vez por semana. Los miércoles, de 20 a 22 horas. Hace dos meses se abrió otro grupo los jueves. Suelen ser diez alumnas. Pocas, considerando que hay cerca de 48.400 chinos en Barcelona. Se puede apuntar cualquiera -anima Aimin-, no hay que ser chino. Está garantizado que en algún momento te sonará la flauta: en la otra sala, a la misma hora hay un taller de gaitas colombianas.