Radiografía de una zona singular de Horta-Guinardó

El barrio de los veteranos

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Ferran Ricardo tiene 89 años y es hijo del Poble Sec, aunque los últimos 50 años ha vivido en Montbau. «Fuimos de los que inauguramos el barrio», explica sentado al sol de la plaza central del lugar junto a un grupo de hombres. Todos ellos tienen, al menos, dos características en común: la veteranía y ser vecinos desde su construcción, en el lejano 1960, de este para muchos desconocido barrio a los pies de Collserola. No en vano el 35,2% de los habitantes de Montbau supera los 65 años, cifra que convierte al barrio en el de edad más avanzada de la capital catalana, donde la media está en el 20,5%.

A pocos metros de Ferran y sus amigos, pasean Irene Palacio y Joan Pons. Con 80 y 81 años respectivamente, son también de los que viven en este barrio verde, pero verde de verdad -el 60% de su pequeña superficie es zona ajardinada- «desde siempre». Exactamente desde que les tocó uno de los pisos levantados por el Patronato Municipal de la Vivienda. En su caso, ellos eran de Les Corts y también se animaron a «estrenar» el barrio, que nació con miles de familias jóvenes -se construyeron 1.300 pisos en una zona casi deshabitada para reaccionar a la ola migratoria vivida por Barcelona en la postguerra-, que han ido envejeciendo y cuyos hijos, en muchas ocasiones han abandonado el semiaislado barrio, construido por encima de la actual Ronda de Dalt.

«¡Claro que aquí solo quedan viejos! Los jóvenes se han ido. Piensa que en el año 1965 Montbau tenía 10.000 habitantes, y ahora tiene 5.000», apunta Tirso Suárez, de 75 años, quien señala con orgullo que el suyo es el barrio más bonito del mundo por su «inmensa zona ajardinada». «Eso sí, todos los que vinieron aquí eran enchufados, todos con recomendación», bromea Agustín, amigo de Tirso, ante la aprobación y la sonrisa pilla de este.

«UN LUGAR TRANQUILO» / Rosa Cardona tiene 90 años y llegó a Montbau «cuando inauguraron la segunda fase». Es decir, también hace décadas. Tiene tres hijos, los tres fuera del barrio. «Vivo sola, aunque tengo a dos mujeres que me vienen a ayudar. Una es del ayuntamiento, y a la otra la pago yo, para que me ayude a limpiar», explica la mujer, quien asegura que el barrio es un buen lugar para la gente mayor. «Hemos tenido malas épocas, por la droga, digo, pero ahora estamos tranquilos», relata la vecina, quien prosigue con el mismo discurso que sus convecinos: «claro, vinimos jóvenes y nos hemos hecho viejos».

ARQUITECTOS RACIONALISTAS // El año pasado se celebró el 50° aniversario del barrio, que se empezó a levantar en 1956, para dar respuesta a las acuciantes necesidades de vivienda de la época, con un grupo de construcciones ideadas por un colectivo de arquitectos racionalistas de renombre.

Al tratarse de un barrio tan pequeño -apenas 5.199 habitantes-,los porcentajes varían mucho con mínimos cambios en la población, pero basta con pasear por la zona para comprobar que se respira veteranía. Tanta como tranquilidad, hermandad y sentimiento de barrio. «El mejor barrio de Barcelona», insisten los jubilados, y es que han sido ellos los que han convertido lo que nació como una ciudad satélite en un «barrio, barrio», donde todos se conocen y que, pese a la edad avanzada de muchos de sus vecinos y los desniveles propios de los barrios de montaña -uno de los handicap para las personas mayores- cuenta con una gran vida cultural y asociativa.