ESTRENO 'CIVIL' DEL TEMPLO TRAS LA DEDICACIÓN DEL PAPA

La basílica de corcho

Pantallas y focos 8 La Sagrada Família, ejemplo de basílica del siglo XXI, repleta de fieles, ayer,

Pantallas y focos 8 La Sagrada Família, ejemplo de basílica del siglo XXI, repleta de fieles, ayer,

XABIER BARRENA
BARCELONA

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Misa de cinco en la Sagrada Família con asistencia propia de un partido de play off de la ACB. Y si se cuenta la que se quedó fuera, casi de la NBA. Con capacidad máxima para 8.000 feligreses y 1.200 cantores, ayer se acomodaron sillas para casi 5.000, a los que hay que sumar los que siguieron la eucaristía de pie. En total, unas 6.000 estrenaron por lo civil el templo que el Papa consagró el pasado 7 de noviembre. «Es el primer oficio sin reserva previa», explicó una persona del Patronat de la Sagrada Família.

Evidentemente, la curiosidad no es ajena a este éxito de público. El exterior es de sobras conocido, pero el interior permanece aún algo ignoto. Y bien, ¿cómo es el interior? Pues como hay más gustos que colores, y todos son muy personales, se puede decir, eso sí, que el interior mantiene la coherencia estética de la parte exterior no levantada por Gaudí. Y a buen entendedor...

Media Torre Mapfre

¿Impresiona? Sí. Mucho. El espacio tiene 75 metros de altura, la mitad que la Torre Mapfre de la Vila Olímpica. Y suerte que la montaña de Montjuïc mide 170 metros y Gaudí pensó que la obra del hombre no podía ser superior que la de Dios, que si Montjuïc fuera como el Tibidabo la altura del conjunto podría haber sido mucho más desproporcionada.

La visión hacia arriba es una madeja de columnas, arcos y nervios que revelan una compleja estructura. Aunque todo parezca casi de cartón, a secas. Ni cartón piedra, porque al menos así habría algo de piedra, como soñó Gaudí. Del templo que previó el arquitecto reusense, con sus arcos repartiendo los esfuerzos desde la torre de Jesús (la más alta con, obviamente, 170 metros) se ha pasado a una recreación en hormigón armado y aplacados de piedra, no siempre homogéneos de color. Y es que los arcos cobran sentido si soportan un gran peso.

La imagen del conjunto es galáctica. Parece casi un decorado de La guerra de las galaxias, de algún palacio (de los aliados, no de los malos, el blanco no engaña) y uno espera que en cualquier momento aterrice una nave monoplaza con Luke Skywalker.

Los focos de iluminación, adosados en agujeros ahuevados en las grandes columnas, confieren a los pilares un aspecto muy a lo Ros-

well, es decir, la de aquellos supuestos extraterrestres que presuntamente se accidentaron en la desértica localidad de Arizona.

Por si fuera poco, la presencia de pantallas planas por doquier, para seguir la liturgia, confiere al conjunto una imagen muy futurista. Por cierto, es todo un acierto que en los laterales las pantallas de plasma convivan con los monitores que explican cómo se ha construido el templo. Una alegría para aquellos que no incluyan entre sus favoritas la homilía de turno.

Lo del suelo es otra historia. Pocos deben imaginarse cuando se les dice que pisarán el sagrado suelo de un templo expiatorio que este sea de corcho. Como el de la habitación de los niños, que amortigua el ruido y retiene el calor. Aunque cabría preguntarse qué calor. Los huecos del templo convirtieron la iglesia, ayer, en una gigantesca nevera.