NUEVO EQUIPAMIENTO JUNTO AL BESÒS

El Museu Blau pretende dar brillo y vida diurna al Fòrum

Unos obreros, en el futuro museo.

Unos obreros, en el futuro museo.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un anciano en el horizonte, el viento gélido y remolinos de hojas muertas. Estos eran, a las once de la mañana de ayer, los únicos latidos de vida en la desangelada plaza en la que emerge el edificio Fòrum, que ahora se llama Museu Blau. El objetivo del ayuntamiento es que la nueva sede del Museu de Ciències Naturals, que abrirá sus puertas a finales de marzo, y el futuro zoo marino estimulen la actividad diurna de este recinto que solo se llena algún fin de semana y las noches de conciertos que captan a adolescentes.

Jordi Martí, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, argumentó a lo largo del recorrido por las obras que la voluntad de este foco científico es atraer a públicos más diversos en horas diurnas. «El edificio Fòrum tiene una historia corta. Su arquitectura es potente, está cerca del mar, pero hacía falta darle sentido. El antiguo Museu de Ciències Naturals estaba anclado en el siglo XIX, por eso pensamos en este traslado».

El nuevo enclave dispone de una inversión de 12 millones de euros y cuenta con 9.000 metros cuadrados, cuyo eje central será la exposición permanente Planeta vida.

LA DIOSA GAIA //Anna Omedes, directora del Museu de Ciències Naturals, enfoca el espíritu del Museu Blau en la hipótesis de Gaia, que en 1969 lanzó a la luz el investigador británico James Lovelock. «Defiende que la Tierra es un ser vivo creador de su propio hábitat». Así la muestra, que se nutrirá de las excepcionales colecciones del viejo museo, recorrerá tres temáticas: la biografía de Gaia, la tierra actual y los laboratorios de la vida. «Podremos énfasis en explicar la parte microscópica de la vida», asegura Omedes.

El principal reto al que se enfrenta el arquitecto Ascan Mergenthaler es «dar carácter» a este museo lleno de cuevas que se ubica en el edificio azul cobalto diseñado por la misma firma para la que él trabaja, Herzog&de Meuron. «Tiene que formar parte de la élite de los grandes museos de Europa», señala Mergenthaler. Para ello, el gigantesco inmueble se ha sometido a una operación quirúrgica, «pero leve». Era la única manera de encajar un museo en un lugar no pensado para ello.

El museo contará con un amplio vestíbulo del que colgará el accidentado esqueleto de la ballena, salas de conferencias, espacios para exposiciones temporales, una zona divulgativa para menores de 6 años, cafetería, laboratorios, tienda, jardín botánico, un parque de aguas, talleres, aulas, almacenes y despachos para asociaciones naturistas.