CONTROVERTIDA REFORMA DEL PASEO MÁS TRANSITADO DE LA CIUDAD

La Rambla erradica las pajarerías tras el fracaso de la reconversión

El ayuntamiento decide ahora prescindir de los 11 puestos tras invertir 240.000 euros

Aspecto de una de las antiguas pajarerías de la Rambla reconvertida en heladería, el pasado noviembre.

Aspecto de una de las antiguas pajarerías de la Rambla reconvertida en heladería, el pasado noviembre.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Finalmente, ni pájaros, ni turrones, ni cántaros, ni entradas para el Camp Nou. La concejala de Ciutat Vella, Assumpta Escarp, comunicó ayer el propósito municipal de «amortizar» las 11 antiguas pajarerías de la Rambla. Tanto las seis que ya han hecho con más o menos gusto la reconversión a otras actividades, como las cinco que (por lo visto, con acierto), se habían resistido al cambio (incumpliendo desde hace siete años la normativa sobre venta de animales). Con el tecnicismo amortizar, la concejala se refiere a eliminar de forma definitiva los 11 puestos, para que el concurrido paseo gane «espacio, movilidad y calidad».

Tras invertir 240.000 euros en la reconversión provisional -40.000 por cada uno de los seis puestos que ya habían dado el paso-, el ayuntamiento ha llegado a la conclusión de que la adaptación es inviable, con lo que ayer mismo inició negociaciones con los dueños de las licencias para recuperarlas y despejar la Rambla, lo que sentó como un jarro de agua fría a los cansados paradistas, resueltos a llegar a los tribunales.

FALTA DE DIÁLOGO / «Nos enteramos por la prensa de que le han encargado a un arquitecto [Antoni de Moragas] un nuevo modelo de parada sin comunicarnos antes nada a los interesados, y, cuando al final nos convocan a una reunión, nosotros creemos que para hablar del nuevo formato, nos dicen que nos quieren fuera para limpiar la Rambla», explica Mònica Trias, presidenta del colectivo. «¡Para limpiar la Rambla! Yo tengo delante de mi parada todos los días a dos traficantes y a estos no les limpia nadie; y a mí, que me he criado en el paseo, resulta que hay que limpiarme», prosigue indignada.

Pese al enfado de los ramblistas, Escarp, quien apuesta por un consenso con los paradistas «económicamente justo para todos», tampoco descarta llegar a los tribunales si estos se niegan a irse. La concejala se defiende de las acusaciones de los paradistas de incumplir todos los pactos, aludiendo que estos tampoco han acatado los acuerdos. La edila recuerda que en un principio cinco de los puestos debían agruparse en uno solo, más grande, donde se mantendría de modo testimonial la venta de animales, y seis puestos de artesanía. Después, el dueño de estos cinco puestos renunció a los animales y decidió mantenerlos por separado y reconvertirlos, con lo que volvieron a ser 11 paradas, aunque bastante más grandes, creando una barrera visual que no gusta ni al consistorio ni a la asociación Amics de la Rambla, quien ha expresado siempre sus críticas a la forma en la que se había hecho la reconversión. Escarp señala también la no adecuación a la nueva licencia de ciertas paradas, que venden productos alejados de la calidad acordada.

En cuanto al calendario, la concejala apunta que no pueden forzar la maquinaria, aunque tampoco pueden eternizar la cuestión.