nuevo ESPACIO PÚBLICO en un tramo aéreo del suburbano

La L-10 crea la mayor rambla de BCN en el eje vial de la Zona Franca

RAMON COMORERA / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el larguísimo recorrido de la L-9/L-10 por las cinco ciudades metropolitanas que cruzará, la transformación del territorio no solo se produce bajo tierra con los 50 kilómetros de túnel y las 52 estaciones, sino también en la superficie, en la urbanización del suelo público alrededor de los accesos a las paradas. El caso más notable de recuperación de estos espacios se ha producido en el tramo elevado de la nueva línea, una obra sin precedentes en la red, construido con dos viaductos a lo largo de la calle A de la Zona Franca. La Conselleria d'Obres Públiques ha convertido el vial central del polígono en la mayor rambla de Barcelona.

Debajo de la marquesina que forma en la amplia mediana de 20 metros de la calle A el ramal aéreo de la L-10 se extiende ahora un área verde y lúdica de 2,5 kilómetros de largo con tres grandes rotondas (en los cruces con las calles 3, 4 y 5). Los 50.000 metros cuadrados del nuevo paseo acogen un circuito para correr, ir en bicicleta o pasear, zonas ajardinadas con mobiliario urbano e incluso un área con aparatos de gimnasia. Los trenes tardarán aún bastante tiempo en pasar por estas vías hacia o desde L'Hospitalet, pero en el entorno gris del polígono, el multicolor pavimento del flamante recinto es ya una realidad.

PRIMEROS USUARIOS / Los primeros y escasos usuarios (llegados a pie o sobre dos ruedas) coinciden estos días con los últimos empleados de la constructora que acaban el refuerzo de una pareja de pilares de los centenares que sostienen tanto la infinita estructura longitudinal de las vías, como la de las cuatro estaciones, igualmente aéreas, que tendrá el tramo a la espera de su prolongación hasta el polígono Pratenc: Zona Franca Ports

d'Europa, Zona Franca ZAL, Zona Franca Port y Zona Franca Litoral.

Es el caso de Diego Luna un jubilado del centro de L'Hospitalet que el pasado viernes ejercitaba metódicamente sus músculos y articulaciones en la decena de artilugios instalados en el interior de la gran rotonda de la intersección de la calle A y la calle 3. Diego había dejado su bicicleta a pocos metros y mientras remaba en dique seco con el aparato correspondiente, elogió la instalación aunque deslizando una queja sobre una carencia del proyecto: «En este plaza falta una fuente».

Junto a farolas de diseño envueltas aún con plásticos y cartones, paseaban Marc y Roger a bordo de sus máquinas, luciendo casco y vestimenta de ciclista. Aseguraron que la ruta recién descubierta les gustaba, por «su original diseño y por la ausencia de pendientes», aunque también lamentaban algo, los semáforos que «interrumpen el recorrido».

No ha habido hasta el momento estreno formal del nuevo parque, pero el suave pavimento con zonas de color amarillo, gris, rojo y marrón y los parterres con plantas que lo rodean ya están a punto.

DE 100 EN 100 / A partir del kilómetro 0 las pulsaciones de los corredores que inician el circuito van en aumento hasta llegar a una velocidad de crucero que está únicamente al alcance de quienes dedican buena parte de su tiempo, y sin faltas de asistencia, a trotar sintiendo solo el eco de los propios pasos y el implacable ritmo cardiaco. Unas cifras singulares y enormes pintadas en el cromático pavimento anuncian las centenas de metros que van cayendo a fuerza de voluntad y de entrenamiento.

El vistoso circuito se extiende entre las calles 1 y 6, en un ambiente cálido dentro de la rambla, pero frío fuera de ella, y aliñado con el paso incesante en ambas direcciones de centenares de camiones de gran tonelaje. Un hedor recurrente y de fuerza variable, quien sabe si de la cercana macrodepuradora del Baix o de alguna de las muchas industrias de la zona potencialmente candidatas a contaminar, amargaba el viernes el deseado paseo veloz.