Crisis en un transporte público

Los taxistas se movilizarán ante el retraso de reformas pendientes

Un taxista de origen paquistaní espera su turno en la cola de la parada de la estación de Sants, ayer.

Un taxista de origen paquistaní espera su turno en la cola de la parada de la estación de Sants, ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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no hay nada peor que vivir momentos complicados y ver cómo pasan los meses sin que nada se mueva. Esa quietud, traducida al mundo del taxi, se convierte en un nerviosismo creciente que puede derivar en movilizaciones cuyo perjudicado último es el ciudadano. Reformas que se retrasan, promesas que no llegan; el resultado es un colectivo que pasa del desengaño al cabreo, de la espera perenne a la acción contundente.

El examen de catalán o castellano para aspirantes a taxista que provengan de países de habla no hispana debía entrar en vigor en septiembre, pero no habrá convocatoria, como mínimo, hasta diciembre. La aprobación de las licencias de siete plazas, demanda histórica que cuenta con el apoyo de gran parte del colectivo, está en fase de estudio, pero no se esperan novedades hasta el 2011.

La nueva ley de radioemisoras

-norma que permitirá combatir, entre otras irregularidades, las rebajas ilegales y las comisiones a los conserjes de hotel- debía estar lista este mes, pero la Direcció General de Transports está a la espera de un informe jurídico que avale sus competencias y no tendrá el redactado listo hasta finales de año. Añádase la reciente subida del IVA, la cercana negociación del aumento de las tarifas para el 2011 y un mes de agosto en el que la facturación, según los propios taxistas, ha caído más del 30% respecto al verano anterior.

POR UNA VEZ, TODOS JUNTOS / Si en octubre no hay un acelerón administrativo, todo apunta a que no tardarán en tomar la calle, sin descartar acciones nada deseables para una gran ciudad como el bloqueo del aeropuerto. «Estoy convencido de que si nos movemos nos escucharán», apunta Luis Berbel, presidente del Sindicato del Taxi de Catalunya. «Hay que ser contundentes, ir por el camino del medio», apostilla Raúl Aldehuela, presidente de la Unión de Taxistas Autónomos Metropolitanos. «Si tenemos que movilizarnos, se hará pronto, en octubre, antes de que la lentitud de los que mandan alargue nuestra agonía», añade José María Soto, presidente del Grupo de Taxistas Independientes.

Desde los entes competentes se intenta explicar la demora. En cuanto a los exámenes para extranjeros, Miguel Ángel Martín, gerente del Instituto Metropolitano del Taxi (IMT) que preside el concejal barcelonés Francesc Narváez, reconoce que las cosas no se han hecho «tan rápido como hubiera sido deseable» y alude a «complicaciones en el modelo de formación». El aplazamiento de la ley de emisoras, según fuentes de la Direcció General de Transports, se debe a la necesidad de establecer los límites de la norma, «ya que podría chocar con directivas europeas».

En el fondo de la cuestión, señalan los conductores, está el deseo de evitar un invierno «tan crudo como el anterior» y el anhelo de iniciar el curso con decisiones firmes que ayuden a que el taxi salga del atolladero. ¿La receta? Unos piden elecciones sindicales, otros solicitan modificar la ley del taxi aprobada hace siete años y la Administración se escuda en una división gremial que dificulta avanzar en cualquier dirección.

REGULACIÓN HORARIA / La última propuesta partió en julio de cuatro organizaciones. Piden una regulación horaria, de forma que los taxímetros se paren a las 12 horas diarias de uso y, en los coches a doble turno, a las 16 horas. El IMT, una vez más, promete que lo estudiará. Carmen de Tienda, presidenta de la Asociación Empresarial del Taxi, considera que es una idea «impropia de un país libre» y adelanta que esta propuesta «deja a mucha gente en la calle».