problemas de convivencia en las calles
Plan urgente en BCN para frenar la invasión de espacios públicos
Donde más se ven y hacen notar es en el centro de Barcelona, instalados durante horas e incluso noches en sus plazas y callejones. Los nuevos indigentes -personas sin empleo y muchas veces abocadas al alcoholismo- y los nómadas urbanos -pernoctan a la intemperie durante meses en la ciudad- están tan enquistados en algunos puntos de Ciutat Vella que el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido intensificar las actuaciones para frenar el fenómeno en el distrito más conflictivo. Una inversión extra de 1,87 millones de euros, que ya ha comenzado, se destinará hasta final de año a renovar la estructura de algunas plazas, vallar diversas calles para evitar la invasión nocturna y generar actividades que expulsen sutilmente a quienes hacen mal uso del territorio. No obstante, el problema de la ocupación de espacios públicos se extiende con rapidez por otras zonas, como Sants, Sant Andreu, el Eixample y Sant Martí, por ejemplo, según los numerosos testimonios enviados ayer por los ciudadanos a este diario.
En el ojo del huracán, como siempre, el centro de la ciudad es el que concentra más viales ocupados por estos nuevos perfiles, distintos a los tradicionales sin techo -apenas problemáticos-, que el ayuntamiento cifra en unos 1.400, y a los que se ofrecen 748 camas en distintos centros sociales. No siempre es fácil diferenciar los casos, pero al margen del amplio espectro de situaciones y desarraigo social, la evidencia es que unos y otros hacen de la calle su casa, sea por unas horas o para dormir. Y es ahí donde comienzan los problemas, ya que muchos ciudadanos se quejan de que su presencia, con frecuencia, genera ruidos, suciedad, problemas de seguridad (se pelean entre sí y a veces algunos grupos delinquen) y, sobre todo, una invasión sencillamente física que evita el uso normal de parques y plazas en los distintos distritos.
La concejala de Ciutat Vella, Assumpta Escarp, ha optado por ejecutar la filosofía de urbanismo preventivo defendido por su predecesora, Itziar González, que estudió los casos de los puntos que generaban más conflictos de convivencia.
Como ya avanzó este diario, más de una docena de plazas se han dinamizado instalando terrazas de bares y generando más uso cívico. Una fórmula que se mantendrá. No obstante, la inyección de 1,87 millones que ya ha comenzado dará para instalar vallas (en las calles de Plegamans y Salvador Seguí), acondicionar solares de uso público, instalar zonas de juegos infantiles en más plazas, rehacer por completo espacios poco funcionales (como la plaza de los Peixos) y hacer pequeñas intervenciones en calles y plazas, que pueden ir de una iluminación más potente que genere más seguridad a la eliminación de escaleras que ejercen de punto de asentamiento, mejoras en porches o portales cuya estructura favorezca la instalación de grupos y, sobre todo, de mobiliario urbano que no propicie invasiones.
Los muebles estrella a retocar son los bancos, que del diseño de varias plazas habitual pasaron a ser ya hace unos años monoplaza en algunas zonas para evitar que se usaran como camas. No obstante, la fórmula no convence, por lo que ahora se están implantando los de capacidad para varias personas, pero con estructuras de hierro que separan los asientos e imposibilitan tumbarse.
PRECEDENTES / Hasta ahora el ayuntamiento ya había tomado medidas en focos de riesgo como las calles de Beat Simó, Morera, Hospital con Egipcíaques y Ferran con Rauric. En la lista de puntos pendientes de actuación se incluyen la plaza de la Vila de Madrid, de Salvador Seguí, de los Àngels, de George Orwell y otras, avanza Escarp.
La edil destaca que los casos de indigencia tradicional (sin hogar) se derivan al área de acción social, mientras que la Guardia Urbana interviene si se vulnera la ordenanza cívica, cosa habitual entre nómadas y grupos que beben.
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