Los efectos del éxito de la capital catalana

La ola de turistas en BCN causa una invasión de autocares y buses

AUTOCARES OMNIPRESENTES 3 A la izquierda, acumulación de vehículos de transporte colectivo junto a la Sagrada Família. Arriba, colapso que impide incluso el paso de peatones en Mallorca con Sardenya. Y debajo, concentración también en la parada situa

AUTOCARES OMNIPRESENTES 3 A la izquierda, acumulación de vehículos de transporte colectivo junto a la Sagrada Família. Arriba, colapso que impide incluso el paso de peatones en Mallorca con Sardenya. Y debajo, concentración también en la parada situa

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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agosto deja desiertas de vecinos muchas calles de Barcelona, pero en algunas zonas no hay tregua. Más bien todo lo contrario: el éxito internacional de la capital catalana se traduce en una invasión de visitantes y con ellos, de vehículos, con los autocares como máxima manifestación del auge turístico de este verano. Centenares de autocares colapsan estos días los puntos más visitados de la ciudad, generando algunos problemas de convivencia, con vecinos hartos de ruidos, contaminación y una movilidad más reducida y peligrosa en su propio barrio. Y es que de los 24,5 millones de visitantes anuales de la ciudad, se calcula que algo más de la mitad son excursionistas de un día. Y ayer, innumerables autocares procedentes de localidades de la costa, de cruceristas y de turoperadores europeos coincidían con buses turísticos y proporcionaban estampas tan desbordadas como la de 13 grandes vehículos atrincherados en uno de los laterales de la plaza de Catalunya.

Uno de los focos más conflictivos es el de la Sagrada Família. Encarna Gràcia lo vive en primera línea desde su balcón de la calle de Sardenya. Cuenta que la invasión del espacio –cruzar la calle de Mallorca o la suya es toda una peripecia– y la contaminación son los principales problemas. Con frecuencia en su cruce se contabilizan hasta siete autocares, atascados si la parada oficial de Mallorca (que permite desencochar y encochar en 10 minutos) ya está llena con otra media docena de unidades. Ayer por la mañana, la presencia de vigilantes en esta vía era nula en muchos momentos. Los agentes de la Guardia Urbana destinados en la zona controlaban la otra parada, en Marina, donde pese a la presión turística había algo más de fluidez.

MENOS CARRILES / Encarna y su marido, Antoni, preparan pancartas para denunciar su situación, tras muchas quejas en el ayuntamiento, cuentan. La situación no es nueva, pero este año se ha visto agravada con la coincidencia de un repunte del turismo en la ciudad y con las obras del AVE, que han restringido los carriles en las dos vías que confluyen en su portal. Otros vecinos de la zona agregan que la invasión turística de la zona, más allá del volumen de visitantes, afecta de pleno a la movilidad, ya que además de los riesgos de atropello, aparcar en este eje es casi misión imposible y los atascos son cotidianos. Por otro lado, se quejan de que los conductores a veces se exceden del tiempo limitado o bien mantienen el motor en marcha.

La escena se repite en los grandes focos turísticos de la ciudad. La plaza de Catalunya, epicentro del desembarque de muchos autocares en tour de un día en la capital catalana y de muchos cruceristas, está especialmente castigada en la acera situada entre Ramba y Portal de l'Àngel, donde es frecuente la doble y hasta triple fila de autocares dejando o cogiendo pasaje en la parada, a los que se suman los buses turísticos de TMB y los de Julià. En la mencionada acera ayer se contaban de ocho a 13 unidades a primera hora de la tarde, pese a los esfuerzos de la Guardia Urbana, que trataba de descongestionar la zona con rapidez. No obstante, la llegada de autocares no daba lugar al descanso.

La Via Laietana, con otra parada, suele ser un punto de atasco en cuanto llegan unidades que no caben en la parada oficial, como también ocurre junto a la Catedral, en continuo trajín.

Buena parte de las 15 paradas que tiene establecidas el ayuntamiento junto a zonas turísticas se ven desbordadas en momentos del día. Fuentes municipales indican que la Guardia Urbana tiene servicio fijo en plaza de Catalunya, Sagrada Família y en Colón, mientras que en puntos como el parque Güell, la Catedral, Montjuïc y otros, se hacen controles ocasionales.

REGULACIÓN / Consciente del caos que puede generar el éxito turístico en el tráfico, el ayuntamiento reorganizó los espacios para autocares hace dos años, y el año pasado señalizó con más claridad las paradas. Este año se ha completado el operativo con una campaña informativa, que consta de folletos y mapas que se distribuyen tanto en dispensadores fijos como a través de vigilantes de la zona azul, quienes los reparten entre los conductores de autocar. El concejal de Movilidad, Francesc Narváez, señaló el pasado abril que en hora punta pueden coincidir 1.200 autocares. Pero el despliegue, al menos en verano, se ha visto desbordado.