INICIATIVA SOLIDARIA QUE NO DESCANSA EN AGOSTO
La Fundació Arrels organiza excursiones para 'sin techo'
«Con toda la gente que hay durmiendo en la calle... ¿no se podría habilitar un espacio para dormir aquí? ¡Esto es muy grande!». La reflexión, lejos de tratarse de una tramposa proclama demagógica, es la lógica aplastante de uno de lossin techoque el miércoles pasado participó en una de las excursiones veraniegas que organiza para este colectivo la Fundació Arrels. El lugar que despertó esa reflexión en el hombre es el Refugi 307, uno de los cobijos antiaéreos construidos durante la guerra civil, rehabilitado como museo.
Antes de las nueve y media de la mañana, hora del encuentro, la mayoría de los miembros de la expedición ya esperan en la puerta. Marisol, la única mujer que acude a la cita, es de las primeras en llegar, acicalada con varios collares y un gran anillo. «Mujer, cuando salgo me gusta arreglarme», comenta. Explica que descubrió la asociación «hace poco», pero que participa en todo lo que puede. «Fui a Sant Boi, a un museo, y a Montgat, a la playa. Y mañana iremos a Vallvidrera», relata.
DEL ZOO AL MUSEO AGBAR / Y es que, este año, los recortes presupuestarios han obligado a la Fundació Arrels, asociación que lleva más de 20 años trabajando por la recuperación integral de las personas en situación de exclusión social, a renunciar a las vacaciones que solía organizar para el colectivo. Pero la necesidad agudiza el ingenio, y la entidad ha sustituido las vacaciones por numerosas y variadas excursiones de ida y vuelta: el Zoo, la Sagrada Família, el museo Agbar, las piscinas de Cornellà...
El objetivo es «impactar a las personas con experiencias positivas» que les recuerden momentos agradables de su vida y que refuercen su empatía», apunta Ramon Noró, portavoz de la asociación, quien constata que, por ejemplo, los participantes están más predispuestos a visitar a sus compañeros hospitalizados.
El miércoles pasado fue el turno de visitar el Refugi 307. En la expedición, perfiles de todo tipo. Desde Marisol, que se apunta a un bombardeo –nunca mejor dicho–, hasta Pedro, quien casi no llega hasta el refugio, ya que se pasa toda la subida de Nou de la Rambla refunfuñando por lo largo y empinado del paseo.
Una vez en el refugio, eso sí, todos se muestran encantados oyendo las explicaciones de la guía, que les explica con paciencia que Barcelona fue la primera gran ciudad bombardeada y que tuvo más de un millar de refugios. A todos les gusta que estén por ellos y les traten «como a cualquier otra persona». Alguno incluso matiza las explicaciones de la guía. Y es que todos son hombres que han acabado viviendo en la calle, pero su pasado es de lo más variado. Jaume, uno de los visitantes del refugio más puesto en historia, explica que trabajaba enEl correo catalán. Como recuerda Noró, cualquiera puede acabar en la calle.
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