LLEGA A BCN UNA TENDENCIA MUY EXTENDIDA EN NUEVA ZELANDA Y AUSTRALIA

Caminar sin zapatos por la calle se ha convertido en una forma de vida en todo el mundo

Tres barceloneses explican sus experiencias de pasear descalzos

Descalzos por la ciudad

Descalzos por la ciudad

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Dicen que produce sensaciones placenteras, difíciles de explicar si no se prueba, que es una experiencia muy grata pese a las miradas despectivas de las que son víctimas a veces. Porque caminar descalzo sobre el asfalto, cuentan, es una excentricidad bien vista si lo hacen famosos, como es el caso de los hollywoodienses Uma Thurman, Eva Longoria, Nicole Kidman o Hugh Jackman, y de bicho raro, incluso marginal, si quien lo practica es un ciudadano anónimo. Tres barceloneses que siempre que pueden dejan los zapatos en casa han explicado a este diario su experiencia. Piden reservar el anonimato.

Y, pese a que el ir descalzo no entiende de estaciones, la chocante imagen acabado el verano será más difícil de ver en la capital catalana. La razón, explica Juan Pedro, no es otra que entre los miles de visitantes que llegan de vacaciones muchos proceden de países donde esta práctica está más extendida, sobre todo en ciudades de Nueva Zelanda y Australia, donde se puede ver a familias con los pies desnudos realizando actividades propias de la vida cotidiana, o de la costa Este de EEUU y de Centroeuropa. Para este profesor de educación física que lleva más de la mitad de sus 43 años prescindiendo del calzado, la mejor época es ahora, en otoño, y en primavera. «Que llueva no es problema, es muy agradable, pero puede ser peligroso si entras con el talón en los pasos cebra por si resbalas. En verano, te las has de ingeniar para hallar una sombra», explica.

¿Y por qué lo hace?«Lo probé cuando era adolescente y lo dejé de hacer unos años porque mi madre no lo entendió. Luego volví a hacerlo y hasta ahora. No se puede explicar. Se siente todo lo que hay en el suelo, texturas, matices... En contra de lo que parezca, no te haces heridas», cuenta. Juan Pedro se define como«un tío normal de clase media».Su mujer y su hijo pequeño solo van descalzos en casa.

La explicación de Juan Pedro es coincidente entre los testimonios que participan en grupos dedescalzosque hay en internet. Uno de los moderadores del de Yahoo, Israel, recuerda cómo empezó: «Era una tarde de domingo. Tenía 13 años y desde hacía tiempo experimentaba un vivo deseo de hacerlo. Busqué un lugar donde dejar los zapatos escondidos, no lejos de casa, y me fui sin rumbo por Barcelona. Fue una de las experiencias más gratas que he vivido, aunque dura porque al principio duele».

La higiene

Este barcelonés de 49 años procura ir descalzo en su vida cotidiana, aunque reconoce que topa con la dificultad de que su entorno familiar, incluida su mujer, ni comprende ni acepta la práctica. Otro pero es que en muchos sitios no les permiten entrar.

La higiene, dicen, no es un problema.«Es cierto que los pies se ensucian, y mucho, pero luego los lavas como te lavas las manos. Y nunca tienes problemas de hongos»,aseguran ambos. De hecho, Sol, otro barcelonés que desde hace tres años va descalzo, apunta a beneficios terapéuticos:«Es como un masaje constante, se activa la circulación y la columna se posiciona bien desapareciendo los dolores de espalda». Y aunque dice que esta práctica va en aumento en Barcelona, este músico de 55 años lamenta que«falta mucho para llegar al nivel de otros países industrializados».