CRÓNICA

Corrupciones sin fronteras

La novela negra, instrumento para la indignación

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Junte usted una noche a un griego, un inglés, un hispanoargentino y dos catalanes en un teatro, el rebautizado como Barts, gestionado hasta hace unos días por la SGAE, para hablar de corrupción. Faltan el ruso y la alemana y el señor que ha ido a ver a la alemana para tratar de todo salvo de alguna cosa, pero no se preocupen, que también hablarán de ellos. Del canario del teatro no, se olvidan, que lo suyo ya parece una broma.

De Frau Merkel incluso hablarán demasiado (sobre todo el periodista Kostas Vaxevanis, pero siendo griego se entiende), hasta el punto que el inglés (Misha Glenny, gran experto en los fenómenos mafiosos) pedirá que nos dejemos de estereotipos nacionales y ampliemos el foco para pensar en las «oligarquías criminales» que actúan en Grecia o Italia, comprando a precio de saldo activos públicos, que invierten en Brasil o en la City, de los rusos que compran clubs de Londres para blanquear capital e imagen... No, lo de Lloret aún no lo tiene claro. «Entiendo la tentación, si vivimos en Grecia y España, pero estamos cayendo en la trampa, la de entender esto en términos nacionales: lo que estamos analizando es una elevación increíble, en todo el mundo, de la riqueza de los supermillonarios respecto a las personas que vivimos de nuestro trabajo, como nunca había sucedido en la historia de la humanidad». Ok, no olvidemos que todos los caminos, incluso los de los cutresobres, llevan a Suiza. Vaxevanis, el más empecinado con Merkel, aún bajo persecución judicial por publicar en Grecia la famosa lista de evasores, ajusta también el objeto de sus iras: el binomio de empresarios y políticos que se alimentan de las ubres públicas y se encubren mutuamente.

Tantas fronteras porosas y escándalos acuciantes y paralelismos reveladores que el único que baja la pelota al suelo y recuerda en un par de ocasiones que se trata de una mesa redonda del festival BCNegra es Ernesto Ekaizer. «La violencia en forma de despidos y desahucios ha de reflejarse en la novela negra para ayudar a elevar la conciencia social en este país». Porque, sin una reacción popular, ninguno de los contertulios ve salida alguna. «No veo al aparato judicial de España en disposición de abrir en canal todas las cuentas y sobresueldos que hay que abrir», vaticina Ekaizer. «La gente se ha despertado, hay movimientos en todo el mundo», añade Glenny. A ver.