La planificación deportiva de los dos grandes

Wenger aún se mantiene duro para retener a Cesc

El jugador sigue al margen del Arsenal, que ya está de gira en Malasia

Wenger posa ayer junto a Robin van Persie y Bacary Sagna tras la rueda de prensa en Kuala Lumpur.

Wenger posa ayer junto a Robin van Persie y Bacary Sagna tras la rueda de prensa en Kuala Lumpur.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Elríode Cesc sigue fluyendo. Tiene agua, como diría Sandro Rosell, el presidente del Barcelona, pero se desconoce aún dónde acabará desembocando. El jugador sigue en Londres. Solo. Acompañado únicamente de su preparador físico. Nada más. El Arsenal ya ha llegado, sin su capitán, a Kuala Lumpur para iniciar la gira asiática. Pep Guardiola, el técnico azulgrana, aguarda, entretanto, a que le llegue una de las piezas que lleva más de un año esperando y Arsene Wenger, su colega en el club inglés, mantiene la canción de cada verano. Cesc no se toca.

SEPARADOS FÍSICAMENTE / Hace un año todo era, sin embargo, muy distinto. Wenger tenía a su lado a Cesc. Ahora, no. Ahora están separados físicamente por miles de kilómetros. Uno, el jugador, está en Inglaterra. Otro, el técnico, en Malasia. Y, sobre todo, están tan distanciados en lo ideológico (Cesc cree haber cubierto todas las deudas, morales, deportivas y hasta económicas con su entrenador) que parece casi utópico que vuelvan a coincidir. Falta, por supuesto, que la oferta final del Barça complazca definitivamente a Wenger, un tipo que ve desmoronarse su proyecto viendo que su palabra ya no es ley sagrada en el Arsenal.

«UNA HISTORIA DE MUCHOS AÑOS» / «Cesc ama el club», comenzó diciendo Wenger apelando al terreno sentimental. «Sabemos que la historia de su posible fichaje por el Barcelona dura ya mucho años, pero hemos de ser capaces de cerrar todo esto y poder centrarnos en la temporada», añadió después el técnico. «Esperemos que con Cesc Fábregas en el club», concluyó a modo de deseo.

Pero los mensajes del capitángunnerson cada vez más potentes. No hay, por ejemplo, ni una sola imagen en este verano de Cesc con Wenger. Ni siquiera con sus compañeros. Llegó hace una semana a Londres, una vez agotadas sus vacaciones veraniegas, y se encerró en el gimnasio alegando que debía recuperarse de unas pequeñas molestias físicas. Fue esa la coartada que empleó el Arsenal para justificar que no se subiera al avión del equipo que aterrizó en Kuala Lumpur. Nasri, otro de los que pretenden irse del club, sí que está en Malasia. Cesc, no.

Diga lo que diga Wenger, se ponga hoy igual de duro que hace unos días en Inglaterra, el jugador ya le ha hecho saber en varias ocasiones que no desea continuar en un club que le abrió la puerta de la elite (llegó con 16 años y le hicieron capitán con 21), pero no le ha recompensado con los títulos que pretendía. Solo dos, una Community Shield (2004) y una Copa inglesa (2005), y hace más de un lustro que no besa ningún trofeo.

«No soy amante de decir las cosas que pasan detrás de las puertas», dijo Wenger para no revelar las conversaciones privadas con Cesc. No hace falta que lo diga. Él fue el primero en saber que se le quiere ir.