Unas prácticas para el (negro) futuro

La ausencia temporal de Messi nos enfrenta a la terrible visión del día en que ya se haya jubilado

Diego Simeone, en el partido de este miércoles en el Camp Nou.

Diego Simeone, en el partido de este miércoles en el Camp Nou. / periodico

ELOY CARRASCO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los partidos del Barça contra el Atlético solían ser gloria hasta que apareció Simeone con el traje negro y la oscura táctica castradora. Los duelos de antaño eran fiestas orgiásticas con despendole goleador, euforia en las butacas y, por consiguiente, desazón en los banquillos, porque a los entrenadores no les gusta que sus pizarras apenas pinten nada y sean la pura inspiración, el instinto y la locura desatada lo que escriba la historia de un partido.

A Simeone hay que reconocerle el mérito de haber ligado la pócima para amargar al Barça, aunque todavía nos caerá mejor cuando haga lo mismo contra el Madrid, a ser posible en una final de la Champions. Es muy encomiable que Juanfran y compañía reduzcan como jabatos a Neymar y los suyos, pero hay que reconocer que aquellos festivaleros Atlético-Barça eran mucho mejores y se han convertido en una visita a comisaría o, aún peor, al proctólogo. Simeone es la bruja, capaz de conseguir que Mascherano resbale y de que el cuento aún se ponga más feo si encima se lesiona Messi. Sin que nadie le toque, él solo, como atacado misteriosamente por la onda expansiva del fiero estilo colchonero.

AQUELLOS TRAUMAS

Como siempre es mejor sacar provecho de las situaciones malas que sentarse a maldecir, la ocasión es buena para imaginar el futuro sin Messi. Ya hubo un simulacro la temporada pasada y el Barça lo superó bien, aunque nunca sabremos qué maravillas messianas nos hurtaron aquellos dos meses de ausencia. Tal vez nos vendrá a la cabeza, como un trauma, que, cuando Messi aún no existía, en este equipo no hace tanto habían jugado como delanteros DugarrySaviola Kodro, y que sí, que Neymar es buenísimo, pero no es lo mismo, y encima tiene esa propensión a tontear con los clubs que llaman a su representante. Despertaremos dentro de tres semanas, empapados en sudor, azorados por la pesadilla. Ya pasó, ya pasó, Messi está aquí de nuevo...

Da un poco de congoja figurarse la vida sin Leo, el Barça del año 2025, digamos. Seía mejor no pensarlo, pero esos demonios llegarán. 

TEMAS