Una química especial

Suárez es el primer 'NUEVE' que ha conectado al instante con el '10' y Neymar abandonó la sumisión inicial y es ya el socio más eficaz

Luis Enrique.

Luis Enrique.

M. L. / BARCELONA

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goles

han firmado Messi, en números del mejor Messi; Neymar, que bate al Neymar del primer año, y Suárez en sus 40 partidos del curso 14-15.

No es fácil ser un nueve y conectar a la primera con Messi. En el campo -abarca tantas zonas del ataque el 10 que resulta casi imposible no entrar en vías de colisión con el goleador que vive apostado en el corazón del área- y fuera parece una tarea tan titánica como inalcanzable esa armonía. Pero Suárez, de forma sigilosa, y sin ejercicios populistas, ha desmontado, de momentos, esas teorías. A la primera, y alrededor de una bombilla de mate, sincronizó sus inquietudes con Messi en la intimidad del camerino y después, a ojos del fútbol mundial, sintonizó con él.

Neymar, por su parte, abandonó el miedo inicial. Tanta admiración -«vengo a ayudarle a que siga siendo el número uno mundial», dijo en su primer día- se transformó casi en sumisión futbolística. Estaban cerca en el campo con Tata pero no conectaban. Trabajaban en frecuencias distintas. Y el equipo tanto lo notó que no ganó nada. Solo una irrelevante Supercopa de España.

Ahora, en cambio, como diría Valdano, Neymar ha dejado de ser «el mayórdomo de Messi» para convertirse en el cómplice. Ubicados ambos por Luis Enrique en bandas distintas (Leo en la derecha; Ney en la izquierda), han hallado, sin embargo, atajos inéditos para descubrir nuevas rutas. No es casual, por lo tanto, que el mayordomo sea ahora el argentino: 10 de los 26 tantos que lleva Neymar -su mejor marca en el Barça- tienen la firma previa de Messi. Diez asistencias del 10 al 11, el 38%. Muestra contundente de que ambos sí miran ya el juego en la misma dimensión.

Espacios nuevos

Con Suárez, el Barça no solo ataca distinto sino que también juega distinto. Es el nueve quien, según confesó, «arrastra a los centrales para crearle espacios a Leo y Neymar». Y ellos lo aprovechan. No se perciben, al menos en estos primeros meses de convivencia, problemas de egos, asumido, obviamente, que el liderazgo pertenece en exclusiva a Messi. «Pido perdón a Suárez, siempre que puedo intento hacer el pase», dijo el brasileño el miércoles tras sus dos goles al Villarreal, asumiendo el error de no darle el balón. «Neymar no tiene que pedir perdón por nada. Tiene de los mejores uno contra uno del mundo», le disculpó Suárez.

La fórmula 9+10+11 le va de maravilla al Barça.